Silverado no es El Dorado, pero comparte con el western de Hawks el fino sentido del humor y el placer de hacer buen cine. Silverado es una película ágil, divertida, siempre atenta en entretener sin hacer trampas y respetando las reglas del género.

¿Es un homenaje? ¿Un intento de revivir un género que parecía haber muerto tiempo atrás? Posiblemente ambas cosas.

Lawrence Kazdan, productor, director y co-guionista de la película, se rodea de actores, familiares y amigos para repetir el éxito de sus dos anteriores obras como director: "Body Heat" (Fuego en el cuerpo) y "The big chill" (Reencuentro).

El reparto es de lujo -Kevin Kline, Scott Glenn, Danny Glover, Kevin Costner, Brian Dennehy, John Cleese, Jeff Goldblum, Rosanna Arquette, etc.- y las actuaciones impecables.

La película tiene el mérito de no intentar reinvertar el género sino por el contrario, respetando y utilizando todos los medios que este le brinda, apostar a ser fiel a este con la convicción de lograr un gran espectáculo cinematográfico.

Año 1880. Un pueblo del oeste, Silverado, es gobernado por un sheriff corrupto (John Cleese). Cuatro forasteros (Kline, Costner, Gleen y Glover) llegan al lugar y, por diversos motivos, se ven enfrentados al sheriff y a los intereses que protege. Los forasteros se unen para enfrentar al poder corrupto que gobierna Silverado...
Parece una historia ya contada cientos de veces, y lo es, pero no importa, pues justamente estamos ante una película homenaje en la que, a pesar de usar formulas y recursos ya existentes que podrían parecer agotados y pasados de moda, logra convertirse en una película fresca y novedosa gracias al dinamismo impuesto y a los matices de los personajes.

Silverado no es una gran película, pero sí una buena película que en su momento, debido al éxito de crítica y público conseguido, creó la ilusión de marcar el seguro y galopante retorno del "Wild West" a la gran pantalla.