Hacía ya tiempo que no me ponía a ver una nueva entrega de Steven Seagal. En esta además, salen Danny Trejo y Ving Rhames. Qué puede salir mal? Pues casi todo, amigos.

Keoni Waxman sigue sin dar pie con bola y ya tenemos planos de cámaras de seguridad a los 45 segundos. Un desastre de dirección que confunde más que otra cosa. Seagal está más gordo que nunca y en ésta hace de gangster malo (ojo, con remordimiento final y justificación, que no se diga). Un esbirro suyo, que nunca falla en su trabajo, es engañado por un nigga que se quiere quedar con el tinglado del jefe Seagal y ya se arma una buena. La historia no da más de sí y el guión es hilarante (ese complejo industrial debajo de la casa de Seagal al que se accede mediante pasadizos secretos es la puta polla).

La violencia en esta entrada al menos es bastante gráfica, pero la banda sonora de todo a cien, los diálogos de parvulario repletos de slang negrata y la dirección nefasta vuelven a hacer de todo ello un producto bastante aburrido. Ni siquiera Trejo salva esto. Y ver a Seagal usar cualquier excusa para vestirse de paramilitar ya se ha convertido en un minijuego dentro de sus películas (en esta Force of Execution ni siquiera viene a cuento).

En fin, solo para fans hardcore, entre los que me cuento ya lo sabéis, pero no para disfrutarla si no para poder seguir diciendo que has visto todas las de Seagal. Y ya lo sabéis, si alguna vez os revientan las manos y os quedan inutilizadas, os inyectáis venenos de dos escorpiones, os volvéis a romper los dedos a martillazos y en una hora o dos, no solo se habrán curado si no que podréis volver a tener la habilidad de antes.