Haz click aquí para copiar la URL
Cuba Cuba · Guanabacoa
Voto de Kingo:
10
Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
29 de agosto de 2008
109 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras llevar una racha de pelis malas, masacrándome las neuronas a través de las córneas, necesitaba ver buen cine. Y el azar quiso que fuese esta peli la primera que sacase de mi caja de dvd's. Como dijo aquel: a veces el diablo se pone de nuestra parte.

Maravillosa película, con una impresionante y necesaria enseñanza: no es en la habilidad concreta que uno domine donde se demuestra el éxito o el fracaso, sino en que los frutos que de ella obtenga sean sabrosos o estén podridos.

Paul Newman no interpreta. Eso, se mire como se mire es fingir. Haciendo que parezca sencillo lo dificilísimo, simplemente da vida al personaje, lo hace real y palpable. Miradas, gestos, y -sobre todo- sonrisas, traspasan el celuloide, la pantalla, y lo que haga falta, para crear un nivel de credibilidad pocas veces vistos en toda la historia del cine. Eddie está vivo, deseamos conocerlo, y soñar, amar, y sufrir junto a él. Impresionante es decir poco.

A su lado, Piper Laurie deció contagiarse de genialidad, y sabe darle la réplica con una muy dolorosa y convincente recreación de persona sola, débil, dependiente, y con fondos de nobleza, con quien es dificil no llegar a sentir auténtica pena. Esto si es cine.

George C. Scott (cada vez que veo un documental o peli de la segunda guerra, en el que nombren a Patton, veo su cara), no necesita derrochar expresividad ni ademanes para componer el prototipo de cinico sin escrúpulos, que con una media sonrisa torcida o una mirada clavada a las pupilas, logra disimular intenciones o encontrar puntos débiles en sus presas. Uno llega a despreciarlo de verdad, y a eso en un actor se le llama talento.

Y Jackie Gleason, el último vértice del cuadro. Inolvidable su Gordo de Minnesota. Derrochando clase y elegancia. El rival que todos deberiamos tener alguna vez en nuestra vida, para poder esbozar una auténtica sonrisa de satisfacción de llegar a vencerlo. Magistral su interpretación, metáfora de los sueños que se quieren alcanzar, al aparecer -al ser- principio y final de la historia.

Rodada en gloriosos blanco y negro, con toda su gama de grises -como la vida misma- no es una peli que vaya a recomendar. Eso seria tan absurdo como decirle a alguien que algún dia ha de morir. Todo el mundo sabe que tarde o temprano llegará a ese punto, y esta película es algo que cualquiera que bucee -un poquito tan solo- en el mundo de las películas gloriosas, llegará a descubrir, a gozar, y a admirar. Lo quiera o no.
Kingo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow