Tan malo es el cine español de los últimos años, que bodrios infames como este aún se aplauden y publicitan, en lugar de ser objetivos y decír que ni tiene gracia, ni entretiene, ni está bien hecho ni interpretado (aún menos cantado), y no es en absoluto original. Si este ladrillo fuese italiano, la gente sería más sincera y reconoceria que es del todo infumable. Pero hay que ser benevolente con los peliculeros patrios, que no dudarán en salir en todos los programas televisivos de máxima audiencia, cacareando lo bien que se lo pasaron en el rodaje, lo divertidísima que es la peli, y además que es la mejor que han hecho nunca. Lástima que nadie les comente que son los espectadores quienes se han de divertir, y no ellos.
Además de la casilla de la iglesia católica, en la declaración de la renta debería haber otra para indicar si uno desea o no que se gasten sus dineros, que cuestan un huevo ganarlos, en subvencionar basura como esta.