Pese a los numerosos flash-back y las muchas escenas chorripollas onirico-surrealistas de mercadillo, ésta es una película de narración completamente lineal: la gorda que va para alli y lo pasa mal, y la gorda que va para allá y lo pasa aún fatal. No me extraña que la chica esté tan oronda, porque sino seria imposible que le cupiesen tantas desgracias.
Mención aparte merece su interpretación, que se limita a seguir la escuela Tribbiani y poner continuamente cara de Mike Tyson resolviendo mentalmente una raíz cúbica. Aunque si exceptuamos a Mo'Nique, que borda su rol de Álvarez Cascos cabreado, el resto del elenco no es que actúe como para montarles una fiesta, que lo de la Carey es poco más que mantener la expresión de ternera colgada boca abajo en el matadero, y asentir con la cabeza cuando ve que los demás se callan.
Asi pues, la tan aplaudida peliculilla que nos ocupa no deja de ser un folletín de esos lacrimógenos que nos clavan los domingos al mediodia y que, como aquellos, sirve para poco más que amodorrarse y digerir los canalones.
Tan recomendable como poner una tienda de estufas en La Habana.