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Cuba Cuba · Guanabacoa
Voto de Kingo:
8
Intriga. Drama Dolores Claiborne es acusada del asesinato de Vera Donovan, la dueña de la casa en la que trabaja como asistenta desde hace más de veinte años. Selena, la hija de Dolores, vuelve a su pueblo natal para intentar probar la inocencia de su madre, pero allí ambas se tendrán que enfrentar a un implacable detective y a un sórdido pasado. (FILMAFFINITY)
5 de julio de 2008
105 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
En otros tiempos, los héroes luchaban contra basiliscos, esfinges, medusas, dragones, u otros entes igual de falsos. Perdida su inocencia primigenia, la humanidad ya sabe que los verdaderos monstruos no tienen varias cabezas, sino una sola que usan muy mal, y que los auténticos héroes no tiene una cara celestial ni cabalgan corceles blancos, sino que suelen ser seres de aspecto dolorido, que han sacrificado todo por vivir la vida con un mínimo de dignidad, cuando todo se les dió desde el principio cuesta arriba.

No habrá trovadores que canten sus gestas, ni se bautizarán calles con sus nombres, pero siempre habrá quienes les recuerden. Sobre todo, aquellos que supieron de su lucha diaria, y que fueron testigos de sus modestas hazañas, que nunca fueron más allá de proteger a sus seres queridos. Puede sonar a poco, pero es muchísimo, y muy valioso.

Los monstruos actuales no tienen un aspecto amenazador, escamas, o huelen a azufre. Son peores, porque pasan inadvertidos. Aunque detras de su normalidad escondan lo más bajo de la animalidad humana.

Ser marido, padre, amigo, compañero, no es una patente de corso sino que ha de ser de obligado ejemplo: nadie es marido o compañero si no le da todo el respeto y el cariño que se merece a quien decidió pasar su vida junto a él; nadie es un padre si no saber proteger, amar y cuidar el mayor regalo de la vida que pueda tener alguien, que es un hijo; y nunca se puede ser nada de eso si antes no se es un amigo, que es quien solo pretende tu bien, y se alegra por tu felicidad incluso cuando todo le vaya mal.

Sobre monstruos va esta cinta. Sobre monstruos verdaderos, de esos que saludamos por la calle, sonriendoles en nuestra ignorancia, y que hasta nos llegan a parecer personas estupendas. Auténticos monstruos, que utilizan la llave del dolor; ésa que entregamos inconscientemente cada vez que nos importa alguien, y le dejamos entrar en nuestra vida.

La maravillosa Kathy Bates, actriz de descomunal talento a la que su fealdad cerró muchas puertas en Hollywood -mientras se las abrian de par en par a destalentadas cuya única valia era que abrían de par en par sus piernas-, da vida a una heroína anónima, a una mujer de las que uno conoce a cientos pero que nunca son valoradas en su justa medida, con total convicción y certeza. Una prodigiosa interpretación la suya, mesurada y verosimil.

Un lugar de ensueño, fotografíado con un primor que sabe comunicar la tranquilidad, el reposo y el sosiego, resulta ser -como tantas veces en la vida real- justo allí donde se vive la tragedia más absoluta. La maldad y la belleza; el dolor en el paraíso.

Una verdadera lástima que el ser humano haya llegado a ser tan listo como para enterrar a unos dioses que jamás existieron, pero que no sea lo bastante inteligente para desterrar a los demonios que su misma naturaleza animal creó.
Kingo
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