Engendro creado para el -digamos- lucimiento del tito Steven, en el que -digamos, también- interpreta a un médico (para que luego digan que el cine no es magia) que vive en las montañas, y le van los rollos etnicos indígenas y la ecología. A destacar la escena de la lluvia de flores, como ejemplo de la habilidad que tiene este hombre para conseguir que cada nueva peli suya, sea aún un poco más vergonzante que la anterior.
Tan recomendable como una lavativa de gaseosa.