Una banda sonora impecable, que no solo se basa en el bebop que recrea el título, sino que va más allá y se funden casi todas las tendencias del jazz, del Rhythm&blues, y hasta del funkie, para una obra que se articula en los fundamentos del cine negro a la vieja usanza, y le mezcla lo mejor de la escenificación futurista, con tintes muy al estilo Blade Runner.

Tardan en presentarse los personajes, es cierto; el ritmo narrativo es lento pero poco a poco se describe con precisión porqué cada cual se comporta como lo hace, y qué motivación tiene cada uno en seguir adelante, en un universo de perdedores natos pero orgullosos, cual novela suprema de Hammet o Chandler.

Lo que prima no es el capítulo en si, sino lo poco que se nos desvela sobre lo oculto de cada protagonista. Un pequeño puzzle escondido en muchas subtramas, que acaba por descubrirse sobrecogiendo al público.

Cada episodio no es más que una hoja de calendario que se deshoja dia a dia, y que finalmente revela -y recuerda- algo que ya sabiamos: todos tenemos secretos, y aquello que más ocultamos es precisamente lo que mejor describiría como somos. No hay lugar para la esperanza, si no hay antes recuerdos que le den raices en las que sostenerse.

Una obra de arte, absolutamente recomendable para quien sepa paladear lentamente, a tragos cortos, algo realizado con maestría, con saber hacer, y con una elegancia exquisita.