Es una lástima que el guión y la dirección de Philip Martin no hayan cuajado dos historias que muy poco tienen que ver entre ellas, aunque independientemente funcionen.

La trama al parecer pretender dar un toque humano al personaje del falsificador interpretado por John Travolta, a través de un hijo afectado de cáncer. En algún momento roza la sensibilidad de unos espectadores que no saben muy bien a que atender... Si a la trama de los delincuentes o a la carga emocional que enmarca este paradójico film. Le he dado un seis por la parte artística, durante las escenas donde Travolta habla de introducirse en la obra captando la esencia del autor cuando pinta el cuadro.