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España España · La Laguna (Tenerife)
Voto de Spock:
8
Aventuras En un imaginario país, la víspera de su coronación, Rodolfo V, es secuestrado por su ambicioso hermano que desea arrebatarle el trono. Los súbditos más leales convencen a un turista, que se parece asombrosamente al rey, para que lo suplante por unas horas. Al día siguiente, se prepara una expedición para rescatar al rey, que está encerrado en el Castillo de Zenda. El turista, enamorado de una princesa de la corte, participará activamente en la lucha. (FILMAFFINITY) [+]
2 de septiembre de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera recreación cinematográfica sonora (las tres anteriores eran mudas) de la novela romántica escrita por Sir Anthony Hope a finales del siglo XIX, y que ya había sido llevada al teatro con notable éxito, acometida por un reparto galáctico (diríamos hoy) a las órdenes del ya curtido John Cromwell. Espectaculares interpretaciones de C. Aubrey Smith (insuperable, aunque gozaba ya de una buena experiencia teatral en esta misma obra, pues ya había interpretado a todos sus papeles masculinos), Raymond Massey (nadie mejor que él para dar vida al malvado Duque de Strelsau), Douglas Fairbanks Jr. (si Sir Anthony hubiese levantado la cabeza, le habría reconocido inmediatamente como la viva encarnación de Rupert Hentzau), e incluso Mary Astor, quien atesoraba ya una gran trayectoria. El dúo protagonista, sin embargo, se queda corto: Madeleine Carroll da vida, en efecto, a una muñeca rubia y hueca (a veces, incluso tonta), y Ronald Colman tampoco insufla demasiados hálitos de grandeza a su personaje, lo que le convierte en un héroe "light", fácilmente eclipsado por los secundarios (años más tarde, Stewart Granger desharía el entuerto con brillantez). Tampoco puedo alabar a David Niven, demasiado limitado a la pose y la sonrisa fácil.

La iluminación y la fotografía constituyen el segundo pilar de las excelencias de esta obra en B/N, algo por otra parte muy común en la época. Pero necesario para recrear escenas de tensión e intrigas palaciegas en castillos o pabellones de caza. Magnífico diseño de vestuario y puesta en escena (que sería luego reproducida casi al pie de la letra por la versión de 1952). Adaptación bastante fiel, en lo esencial, de la historia de Hope. Romance descafeinado y por momentos excesivamente teatral, sobre todo en las escenas finales. El duelo a espada sería ampliamente superado en la secuela de Richard Thorpe, con Granger y James Mason como antagonistas, demostrando así las limitaciones de Colman y Fairbanks como esgrimistas.

Por lo tanto, contemplar esta gran obra resulta un placer para los sentidos, con las salvedades expuestas. Es inevitable pensar en la versión posterior y compararla con ésta... pero ésa es otra historia.
Spock
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