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Voto de Dexter Bernaldez:
5
Terror. Fantástico Una familia americana de clase media se traslada a vivir a un idílico barrio, pero dentro de la casa empiezan a suceder cosas extrañas, fenómenos paranormales para los que no hay explicación posible. (FILMAFFINITY)
23 de marzo de 2009
28 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comienzo ya es, en sí mismo, una provocación para toda persona del planeta que no decore su porche con cierta banderita de los webs. Al himno USA le sigue un retrato fiel de la cultura americana en su máxima expresión: habitaciones atestadas de trastos inútiles, televisores encendidos que nadie ve, el típico perro en busca de comida basura abandonada, etc. Síntomas irrefutables de una conducta patológicamente consumista, propiciada por el neocapitalismo salvaje de la era Reagan. No sin razón, el outsider Tobe Hooper intenta dinamitar semejante sistema a través de sus películas, repletas de sana diversión, sadismo y violencia. Aunque no necesariamente en ese orden.

Sin embargo, lo que en La matanza de Texas eran limitaciones presupuestarias, se transforman aquí en restricciones de carácter autoral. Entre bastidores, el todopoderoso Spielberg controlando su juguete con mano férrea, de manera que gran parte del mensaje quede diluido en un mar de moralina barata para toda la familia. En lugar de “Oh, qué madre tan valiente; cómo se juega el tipo por sus cachorros”, debería haberse escuchado “Haga algo emocionante en su puñetera vida para variar, maldito yanqui acomodado. Sacúdase el yugo de las entidades bancarias. Le traemos el jodido DisneyWorld a casa. ¡Y GRATIS!”

Porque la cosa no pintaba como una historia de buenos contra malos, coño, sino como una metáfora sobre la vida y la muerte. Si ni siquiera los pobres fantasmas hacen daño a nadie. Por eso, cuando se dice que el último acto sobra por exagerado, yo opino exactamente lo contrario: el último arrebato de furia espectral confirma el carácter desenfadado del producto y la doble moral de los votantes republicanos, más preocupados por caer en las fauces de una vagina gigante que en convertir a Irán en un montón de ruinas ardientes. ¿Moraleja? Los muertos se divierten; los vivos, no. Los muertos son libres; los vivos son esclavos. Los muertos no tienen miedo, mientras que los vivos, los vivos...
Dexter Bernaldez
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