Star Trek, serie mítica donde las haya, tuvo un inicio poco conocido, un inicio titubeante. Fue, quizás, la única serie de los años 60 que tuvo dos episodios-piloto. El primero, el objeto de esta crítica, no gustó a la NBC pero les dieron una segunda oportunidad, algo muy raro, con un nuevo episodio-piloto que sí dio continuidad a la serie.

"La jaula" es distinto a la serie clásica. tiene conceptos que no se volverán a ver hasta "La Nueva Generación", como la presencia de el "Número Uno", de apoyo al capitán. Pero lo más llamativo es toda la tripulación y el elenco. Excepto Leonard Nimoy como Spock, nadie repitió en la serie clásica (También Majel Barrett repitió, aunque en otro papel). Y no está el capitán Kirk, sino el capitán Pike, interpretado por Jeffrey Hunter, un capitán completamente distinto. Dicho personaje fue repescado en la serie original y en las nuevas películas de Abrams. El episodio de "la Jaula" fue emitido, troceado y remontado, modificando la historia, como un episodio doble de la primera temporada titulado "La Menagerie" (la colección de fieras), pero nunca se vió como era originalmente hasta el año 1988, en que se editó en su montaje primigenio con escenas nunca vistas antes.

Respecto a la historia, podría ser un episodio más de la serie clásica, de los que escribía Roddenberry. Aunque hay acción, pesa la trama intelectual. Alienígenas rarunos, pieles verdes, lugares exóticos, erotismo sesentero, machismo light, naves espaciales, bases secretas, rayos y teletransportes, hacen de él un episodio de corte más fantástico que de ciencia-ficción. Quizás por eso no gustó. Pero es un buen episodio y el germen de un Universo que aún nos maravilla.