Dentro del sub-subgénero del despectivamente llamado “chorizo western” (algunos dicen “gazpacho”, “tortilla”, o como si lo quieren llamar “bocadillo de calamares”) estamos ante la que, probablemente, sea la mejor película de este tipo. Con los “chorizos” que llevo vistos, llego a la conclusión de que el nivel entre éstos y los espaguetis es prácticamente equiparable, solo salvando las distancias con las más grandes, como las de Leone y algunas más.

Cuando un western deja de lado el típico paisaje del desierto polvoriento para sustituirlo por montañas nevadas, siempre deja entrever que no va a ser, ni mucho menos, una típica muestra de lo que todos esperamos ver en un western. Y a otros ejemplos me remito, como “El gran silencio”, “Ravenous” o la más reciente “Los odiosos ocho”. Por cierto, estas rarezas dentro del género suelen ser grandes obras que sobresalen por encima de sus conservadoras coetáneas. “Condenados a vivir” es una gran película dentro del western, del thriller e incluso del terror (coqueteando con el gore de serie B). Una combinación ganadora aunque muy arriesgada, que resulta en una obra difícil de olvidar, poniendo el listón quizás demasiado alto para otros “chorizos” y “espaguetis”.