De Palma me muestra a un John Lithgow con un trastorno de personalidad múltiple. Una de sus personalidades es una mujer. Hasta ahí todo correcto. Lo bueno comienza cuando se nos presenta a esta personalidad femenina. De Palma y los mil planos en los que me muestra manos, pies, apéndices varios de Lithgow, pero, PERO, no nos muestra su cara. Y continúa así por un buen rato. Los malos mueren, Lithgow desaparece y la vida vuelve a su maravillosa rutina de momentos felices. La película se acaba. Y la cara de John caracterizado de mujer ¿DONDE ESTÁ?

Y es aquí donde mi nivel de ansiedad esta por las nubes porque me voy a quedar sin verlo. Porque sería demasiado tópico eso de ponerlo al final, como esa figura que aparece en el ultimísimo segundo detrás de alguien o algo, dejando un final abierto, de esos de séptima o octava entrega de película de terror mala, en la que sabes que morirá mucha gente, habrá mucha sangre, escenas de desnudos y el suspense por ninguna parte. Y el señor De Palma que hace; exactamente eso. Es lo que quieres, verlo disfrazado de mujer: dicho y hecho. Niña caminando por un bosque. Madre preocupada buscándola y... ¿quien aparece en el último momento?

De Palma y los tópicos.
De Palma haciendo magia con los tópicos.
De Palma torturándome con un buen suspense.