¡Me han engañado con el título! ¡Yo me esperaba otra cosa!

"Alquilé" la película para verla con una amiga y las expectativas eran tan fuertes que me puse cachondo en cuanto vi a la niña del Opus que hace de protagonista. Entonces empecé a palparle las nalgas a mi compañera, pero ella me dijo "no te equivoques". Entonces yo le dije "tranquila que no muerdo" y ella contestó "ya, pero ella y yo sí", y señaló hacia el televisor.

Claro, yo al principio no entendí. Pero luego, al ver que no salían japonesas embutidas en látex, me di cuenta de mi error y de que la película no iba a ser lo que esperaba a pesar de lo cutre que parecía. Menudo chasco. Y menuda estupidez de película. Y además con pretensiones. Que por si fuera poco la tipa del Opus era una pesada y me cayó mal, porque en mi casa siempre se decía eso de "a cipote regalado no le hinques el diente", y esta niña no parecía querer comprender.

Menudo coñazo de tía.
(tucutúm, pshh)

Acabó la peli y mi compañera dijo "ahora sí que me apetece comerte todo lo gordo". Yo, asustado, le dije "no te equivoques", y la dejé con la miel en los labios menores. La eché de casa y me puse una película de las buenas, una de Lucía Lapiedra, de las profesionales. De las que tienen cuidado con los dientes.