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Voto de Nelder Nei:
7
Fyre
2019 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Billy McFarland, Ja Rule
6,5
3.583
Documental Fyre fue promocionado como un lujoso festival de música en una isla privada de las Bahamas con actuaciones musicales de primer nivel, supermodelos en bikini y servicios pijos. Los organizadores ofrecían un evento exclusivo y en poco tiempo vendieron todas las carísimas entradas. Pero los invitados llegaron a la isla para descubrir que la realidad estaba muy lejos de esas promesas. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2019
43 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un niño de papá se cree omnipotente desde la atalaya que ha construido al hacerse millonario vendiendo humo. Un humo que gustosamente le compran otros niños de papá, influencers y demás pijos aburguesados que son básicamente carteles de publicidad andantes. Personalmente siento una profunda satisfacción al ver caer al primero y al ver llevarse una hostia de realidad a los segundos. Claro que luego pienso que seguramente nadie ha aprendido nada sobre todo esto y se me pasa.

Este documental puede tomarse como una anécdota aislada absolutamente delirante y poco más, pero no quiero pasar tan por encima de al menos dos de sus temas. Por un lado: lo que conlleva que la economía se pueda dejar en manos de millonarios que sólo están ahí por el hecho de serlo, sin cuestionar jamás la procedencia de la fortuna que les otorga esa posición, y a los que lo único que les motiva es hacer caja a cualquier precio. Por otro lado: la normalización del marketing (esa infame herramienta empresarial para estimular deseos por encima de las necesidades), que manipula al consumidor cada día y a cada momento, instrumentalizando a los llamados influencers a golpe de transferencia mientras nos pretenden hacer creer lo contrario.

Lo que quiero decir es que, si piensas que lo que rodea al Fyre Festival es una cosa de las élites que no te toca de cerca, pregúntate por qué este verano tenemos que pagar 200 euros para ver a Muse compartir escenario con C Tangana y otros veinte grupos random que tocan de tres en tres. Y por qué tenemos que pagar otros 50 euros por una zona de acampada con parcelas que recuerdan a un campo de concentración. Y por qué en esa zona de acampada nos venden agua a 4 pavos y el bocata de chorizo cuesta tres veces más que el del bar que está a cincuenta metros saliendo a la derecha. Y por qué, a pesar de saber que todo esto va a peor, nos seguimos dejando la pulserita en la muñeca las semanas siguientes.
Nelder Nei
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