La película no comienza mal, vemos unas fotografías de Vicky Peña bien caracterizada como Mercè Rodoreda, donde una voz en off nos va aderezando la visión con opiniones personales y mezcla de recuerdos del día que tomó las fotografías. La voz de Joan Carreras es especialmente interesante, grave, pausada, vocalizada, grata al oído.

Cuando la historia comienza la impresión cambia por completo: tenemos una hora y media de película que transcurre en el salón comedor de un piso donde están reunidos la Rodoreda y un matrimonio amigo de ésta, donde ellos no paran de sonreir, con cara de transparente felicidad, mientras la Rodoreda no para de hablar y hablar y hablar mientras gesticula y ríe fingida e histriónicamente. Es difícil de soportar el timbre de voz, tan continuo y sin interrupción, que provoca que te abstraigas de lo que dice y se acabe convirtiendo en un cacareo de gallina que acaba produciendo dolor de cabeza.

Vicky Peña está bien caracterizada y posiblemente haya hecho un buen trabajo y logrado imitar a la perfección a la Rodoreda tanto en sus gestos, su voz y su discurso en general, pero el conjunto es difícil de soportar. Menos mal que es na película para televisión, medio en el que puedes tener otras opciones durante su visionado. Yo la he visto en el cine, que no te puedes levantar, ni apenas mover o hacer otra cosa mientras la tienes de fondo (ni siquiera dormir, pues el cacareo o la aguda risa despiertan) y es difícil de llegar al final conservando el buen humor sin pensar que has perdido el tiempo y el dinero.