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Voto de CourierNew12:
3
4,5
1.159
Comedia
París, 1911. La Gioconda desaparece del Louvre. Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire son detenidos. Pablo recuerda que Guillaume le había presentado a un atlético joven llamado “el Barón” que, al enterarse de su fascinación por unas estatuas ibéricas, decide robarlas del Louvre y vendérselas a un precio ridículo. Aquellas estatuas fueron cuatro años antes la inspiración del primer cuadro cubista, “Las señoritas de Avignon”. Pablo es ... [+]
22 de enero de 2013
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, un consejo: si habéis olvidado ya las clases de Historia del Arte, poneos al día antes de verla. Buscad en la Wikipedia “Pablo Picasso” y “Robo de la Gioconda”. De lo contrario, os veréis arrojados a un universo bohemio de relaciones y de referencias que no sabréis apreciar, porque, entre otras cosas, Colomo es incapaz de introducirnos en él, de presentarlo de una forma comprensible y entretenida. Se da demasiado por supuesto.
Colomo reconoce que la versión final del guión está construida por sustracción, es decir, eliminando cosas de las primeras versiones por que no podía incluirlo todo en el metraje. Y se nota. El guión carece de una unidad narrativa, y se dedica a seguir, a la deriva, los hechos de aquel periodo de la biografía de Picasso (su amistad con Apollinaire, el retrato de Gertrude Stein, la ruptura que supuso “Las señoritas de Avinyón”, el encuentro con Braque, el robo de la Gioconda, etc.) en un pastiche narrativo que se bifurca continuamente en múltiples líneas a medida que se van añadiendo personajes y hechos sin que la historia acabe nunca de arrancar en ninguna de las direcciones. Una hora de película y uno aun no sabe muy bien de que va, cual es el conflicto, cual es la historia. El robo de la Gioconda no sucede hasta el cabo de una hora aproximadamente. Hasta entonces, idas y venidas de personajes y correrías varias sin objetivo claro ni, por tanto, interés.
Colomo reconoce que la versión final del guión está construida por sustracción, es decir, eliminando cosas de las primeras versiones por que no podía incluirlo todo en el metraje. Y se nota. El guión carece de una unidad narrativa, y se dedica a seguir, a la deriva, los hechos de aquel periodo de la biografía de Picasso (su amistad con Apollinaire, el retrato de Gertrude Stein, la ruptura que supuso “Las señoritas de Avinyón”, el encuentro con Braque, el robo de la Gioconda, etc.) en un pastiche narrativo que se bifurca continuamente en múltiples líneas a medida que se van añadiendo personajes y hechos sin que la historia acabe nunca de arrancar en ninguna de las direcciones. Una hora de película y uno aun no sabe muy bien de que va, cual es el conflicto, cual es la historia. El robo de la Gioconda no sucede hasta el cabo de una hora aproximadamente. Hasta entonces, idas y venidas de personajes y correrías varias sin objetivo claro ni, por tanto, interés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El film nunca acaba de encontrar un tono, ni qué historia nos quiere contar: como comedia alrededor de la figura del genio no es “Shakespeare in love” (John Madden, 1998), y tampoco funciona como acercamiento dramático al pintor y su fascinante personalidad (tan genial como insoportable, al parecer). Ni siquiera es una película de robos: el robo de la Gioconda queda reducido a un mero ¿McGuffin?, a un gancho comercial sin un peso central en la historia. “La banda Picasso” se acaba quedando en una comedieta ligera sin chicha ni limoná. El Picasso de Colomo resulta un Picasso de comedieta, totalmente olvidable. Su reacción final (spoiler), desentendiéndose de Apollinaire, más que humana, resulta incomprensible, miserable, por que tras tanta correría de bodevil barato, nos damos cuenta de que no conocemos al personaje, de que no podemos comprenderlo. Por que aunque Colomo se ciña a la realidad de lo sucedido, hay muy poca verdad cinematográfica en su Picasso.
Lo de rodar en un descarado digital una historia como esta también resulta bastante inexplicable. Parece mentira que detrás de la fotografía plana y poco contrastada esté el gran José Luis Alcaine. Y qué decir de la dirección de arte y el vestuario (nominado al Goya, supongo que por reconocer el esfuerzo de documentación y confección), dignos de cualquier capítulo de “Amar en tiempos revueltos”. Todo es tan de cartón piedra, falto de textura, de vida... En fin, lo de la ambientación histórica en el cine y las series españolas da para otro post.
Quizá Fernando Colomo haya inventado un nuevo movimiento cinematográfico, y su nueva película sea un hito como lo fue “Las señoritas de Aviñón” para la pintura del siglo XX. Quizá yo sea demasiado obtuso para entender la grandeza de su nuevo film. Porque me siento igual que los primeros artistas y críticos que vieron el rompedor cuadro de Picasso por primera vez: no entiendo nada. Debo de ser yo.
Lo de rodar en un descarado digital una historia como esta también resulta bastante inexplicable. Parece mentira que detrás de la fotografía plana y poco contrastada esté el gran José Luis Alcaine. Y qué decir de la dirección de arte y el vestuario (nominado al Goya, supongo que por reconocer el esfuerzo de documentación y confección), dignos de cualquier capítulo de “Amar en tiempos revueltos”. Todo es tan de cartón piedra, falto de textura, de vida... En fin, lo de la ambientación histórica en el cine y las series españolas da para otro post.
Quizá Fernando Colomo haya inventado un nuevo movimiento cinematográfico, y su nueva película sea un hito como lo fue “Las señoritas de Aviñón” para la pintura del siglo XX. Quizá yo sea demasiado obtuso para entender la grandeza de su nuevo film. Porque me siento igual que los primeros artistas y críticos que vieron el rompedor cuadro de Picasso por primera vez: no entiendo nada. Debo de ser yo.