Tal parece que desaferrarse de la cultura narco y más si sus producciones televisivas se tocan esa temática pues se ve difícil e imposible. No contentos con rendirles un perverso, pero a la vez, un notable tributo a los narcotraficantes y los peones entre leales y desleales gracias a sus guiones, actores, escenarios, efectos ficticios y reales como lo son Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, los del cartel de los sapos, etc., nos encontramos con un personaje muy vomitivo, terrorista, despiadado y de tanto de verlo como escucharlo puede que atraiga pero como no da puntada sin dedal es gracias a alias JJ (basado en John Jairo Vásquez Velásquez cuyo apodo es Popeye) el único sicario que sobrevivió en la era de Pablo Escobar estando en prisión en la cárcel de Cómbita, Boyacá durante 23 años y como recobró su libertad uno creía que iba a cambiar de actitud pero no fue así y más sí sigue en los lineamientos de la secta política malévola que es el uribismo incluido sus mensajes y opiniones matonas e intolerantes para volver a lo mismo de antes, incluso peor. Menos mal, lo volvieron a capturar por sus actitudes repitientes y fue encarcelado en Valledupar por ahora.
Personalmente, pese al gran elenco que contó más su guión, escenarios, vocabulario que se manejó; no me interesó en verlo en absoluto, sumado a las campañas reiterativas en las redes sociales para no verlo al parecer dio resultado, más la mala imagen y los reiterados madrazos dentro y fuera del país. Suficiente con el cartel de los sapos, el capo, las muñecas de la mafia y Pablo Escobar el patrón del mal.
No obstante, no se puede negar que lo narco no sólo se refiere al narcotráfico en sí, sino también, en lo cultural por ejemplo: dar palo cuando las cosas no se dan, la ley del todo vale, el atajo, la viveza, torcerse en el camino, etc. Insisto, por más críticas que se les hagan a estas narcoseries no importando si cuentan como es o lo distorsionan, pues muchos lo verán a pesar de lo trillado y el mal mensaje que se sigue difundiendo a todo el país y el mundo. Mi humilde invitación es no verlas e ignorarlas para no pagar los platos rotos sobretodo los que viven en el exterior. Suficiente con los noticieros manipuladores que bombardean con las mismas noticias en el que cambian personajes, escenarios pero no la misma historia de siempre.
Por lo tanto, no nos rasguemos las vestiduras.