Se trata de una adaptación al cine de un musical off-broadway estrenado en los años 90. Es decir, es un musical alternativo, de pequeño formato e intimista. Casi exclusivamente cantado, son 10 escenas ambientadas en Nueva York durante las 10 décadas del siglo XX, utilizando en cada una de ellas el estilo musical propios de cada época (de manera más o menos evidente). Las escenas no están ordenadas cronológicamente y cada una tiene una pequeña relación con la anterior; la más relevante, que uno de los actores de la escena hace otro papel distinto en la siguiente. En su origen teatral se representaba en teatros pequeños, con el público sentado alrededor de un escenario circular a escasos metros de los actores. En su traspaso al cine lógicamente se pierde ese toque underground, cuidando en cambio la ambientación en los 10 diferentes escenarios que ya no son siempre espacios cerrados sino espectaculares decorados (desde una sala de cine de los años 20 a un camarote del Titanic). Como buen musical, en las canciones radica su fuerte. Las canciones románticas cantadas por las 10 parejas son muy potentes y están perfectamente interpretadas, quedándose en la memoria unas cuantas de ellas pese a que para mí eran totalmente desconocidas, como su autor Michael John LaChiusa.

El director, Tom Gustafson, debutó en 2008 con otra película musical “Were the world mine”, inspirada libremente en “El sueño de una noche de verano” de William Shakespeare y ambientada en un instituto americano, que ganó algún premio en festivales de temática LGBT pero desafortunadamente no tuvo mucho recorrido comercial. Es buen momento para rescatarla porque aun con sus defectos de debutante, guardo un buen recuerdo.