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Voto de Caith_Sith:
6
Drama. Comedia Rosa (Carmen Machi) es una mujer casada para la que no hay nada comparable a la íntima satisfacción de ver el plato humeante servido con admirable puntualidad a la hora de la comida. La película narra 24 horas de su vida doméstica, laboral y sexual, una vida de la que una noche escapa, y cuenta todo lo que le pasa en esta fuga, que dura lo que dura la noche. Y es que cuando llega la noche otro mundo aparece. Absurdo, humorístico y negro... (FILMAFFINITY) [+]
24 de septiembre de 2009
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras realizar varios cortos, Javier Rebollo debutó en los largometrajes con su personal y curiosa "Lo que sé de Lola", una obra que no era brillante ni se notaba especialmente pulida, pero que dejaba algunos momentos dignos de un director con posibilidad de mejorar y aportar algo a la industria del cine español. "La mujer sin piano" es el siguiente paso lógico en su carrera, un drama intimista, con momentos cómicos, que ha sido acertadamente equiparado a alguna película de Tati, por su sutileza, por su ritmo, por su calidad.

Machi interpreta a Rosa, una mujer atrapada en la rutina, con un marido distante y una vida de mierda: es depiladora y su día a día no es especialmente emocionante, pasándose el día escuchando frivolidades en la consulta donde trabaja. Una noche, decide romper con todo e irse lo más lejos que pueda, empezar de cero, no sin antes descolgar de la pared de su casa un cuadro que muestra una escena horrible. En la estación de autobuses conoce, al azar a un polaco que ha escapado de su país... dándose así inicio a una extraña pero atractiva relación que se desarrolla enteramente esa noche, a lo largo de 6-7 horas.

Rebollo podría haber enfocado su película como la brillante "After Hours" de Scorsese, pero prefiere dedicarse a mostrarnos una historia banal sobre una mujer cuya vida es, efectivamente, banal. La nada más absoluta se adueña de la pantalla mientras se suceden escenas que arrancan carcajadas, hacen sonreir y se consigue cierta simpatía con los personajes. Machi, actriz esencialmente cómica, hace un papel contenido, más cercano a los tics del cine mudo -hay poquísimo diálogo-, funcionando todo mediante gestos. Cuando no hace falta más, no es obligatorio forzar. El final es cruel, pero a la vez moralista. Queda esperanza, a pesar de todo. Rebollo, con su segundo largometraje, firma una obra personal, atractiva y lúcida que, eso sí, ha dividido a la crítica en San Sebastián: un grupo de gente la considera una tontería y otra una genialidad. Por mi parte, lo dejo en un término medio.
Caith_Sith
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