"La pequeña vendedora de Soleil" es una película pequeña, cortita, pero que a pesar de ir al grano esconde en su escaso metraje un mensaje tan poderoso como necesario, la superación, el ser uno mismo, creer en ti mismo y hacer lo que te propones, sea cual sea la meta. Siguiendo la historia de Sili, una pequeña mendiga que se ayuda de una muleta para poder caminar, Djibril Diop Mambéty nos adentra en un microcosmos en el que la que la realidad social de la época se funde con la ficción, tratando una historia con enfoque casi documental, pero aportando suficientes elementos narrativos/argumentales como para que el interés nunca decaiga. Con una introducción tan fantástica como original, nos vamos adentrando en la mente de Sili: cómo convive con los demás ciudadanos de ese barrio de Senegal, los problemas que afronta y cómo los supera. Nos transmite su fuerza a través de sus acciones, nos empapa de energía y nos fuerza a abrir los ojos y nosotros, al final, sólo podemos agradecerle haber formado parte de este pequeño viaje, casi anecdótico, a su ciudad, haber formado parte de su día a día durante 45 minutos, haber disfrutado de una cinta fantásticamente dirigida y con unas interpretaciones que desprenden verdad (obviamente, realizadas por actores no profesionales).

Podría recomendarse "La pequeña vendedora de Soleil" bajo muchos argumentos. Su calidad como obra cinematográfica, su fantástica dirección de "actores", su fantástico argumento, el ofrecernos un documento único sobre la vida en Senegal a finales de los 90 o, simplemente, por darnos a conocer a esa joya llamada Lissa Balera. Muchos argumentos y una única verdad: realmente merece la pena, a cualquier nivel.