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Voto de Caith_Sith:
7
7,0
6.516
Animación. Fantástico Kyuta es un niño solitario que vive en Tokio, y Kumatetsu es una criatura sobrenatural aislada en un mundo fantástico. Un día, el niño cruza la frontera al otro mundo y entabla amistad con Kumatetsu, que se convierte en su amigo y guía espiritual. Este encuentro les llevará a vivir multitud de aventuras. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2015
55 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquiera que esté más o menos interesado en el cine de animación (me gustaría decir, sencillamente, "en el cine", pero aún existe un prejuicio absurdo hacia este medio) sabrá quién es Mamoru Hosoda, o al menos habrá visto alguna de sus películas más conocidas, como "La chica que saltaba a través del tiempo" o "Los niños lobo". Para los que no, sabed que os perdéis la obra de realizador más importante salido de Japón en la última década, y uno de los pocos autores nipones que garantizan cierta calidad en cada una de sus producciones, junto a Masaaki Yuasa y Makoto Shinkai. En "El niño y la bestia" lleva más allá los temas que suele abordar habitualmente su obra, siendo el principal la familia y cómo se relaciona, al tiempo que explora el mundo que nos rodea y desvela sus contrastes.

Lo que hace mágico a su cine es que es capaz de coger argumentos que en manos de otros autores se convertirían en un festival del exceso, pero que él controla desde el intimismo. Así, en "La chica que saltaba..." teníamos viajes en el tiempo pero el foco se ponía en una adolescente y como se relacionaba con un chico que le gustaba; "Summer Wars" orbitaba en torno a un mundo virtual mastodóntico pero lo que más interesaba a Hosoda era el costumbrismo, la relación establecida entre niños y familiares en una casa de campo; y "Los niños lobo", hacía exactamente lo mismo pero limitando el tema de la licantropía a la más mínima esencia. Aquí ocurre lo mismo, pues aunque tenemos dos mundos -el de humanos y monstruos- lo importante es como el protagonista se relaciona con una criatura fantástica de tú a tú, generando un vínculo que remite una vez más a la familia -padre e hijo- más que a la amistad.

Este enfoque intimista es el que hace que el film desprenda esa magia tan especial, y el que hará que perdure en el tiempo. Porque Hosoda hace cine de ahora y de siempre, y aunque es cierto que a veces se le va un poco de las manos la forma en que concluyen sus trabajos, tirando por la pirotecnia o siendo un poco blandengue, aquí esto se salva más o menos bien porque el nivel técnico es sencillamente alucinante. Así que en resumen, es un film tierno, que te dibuja una sonrisa al terminar de verlo y que vuelve a confirmar a Hosoda como el heredero directo de Ghibli, ahora que el estudio está decidido a no volver a hacer un largometraje. Una pequeña joya que sin ser redonda, tiene suficientes méritos como para hacerse un hueco entre lo mejor que ha dado el anime en los últimos años.
Caith_Sith
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