Antes de que Sam Raimi reflejase con acierto al hombre araña en la gran pantalla con las dos primeras partes de la trilogía, todo lo que teníamos era esta divertidísima y entrañable serie de animación que echaban en Megatrix. Ciertamente no era ninguna maravilla a nivel técnico, con un estilo de dibujo bastante rutinario y algo cutre, pero tenía un encanto de la hostia. Las escenas de acción molaban y ver a Parker decidirse entre irse con Mary Jane o patearle la cara a algún villano era suficiente para que nunca decayera el ritmo.

La humanización de Parker era uno de los aciertos de esta serie que, pese a todo, tenía toda su magia en la cantidad de personajes que había y que hacían impredecible el curso que iba a seguir: Venom, Duende Verde (varios, de hecho), Morbius, Octopus, Shocker, Rhino, un tío de hielo que no recuerdo cómo se llamaba, el doctor que se convertía en lagarto (como molaba), un murciélago gigante...

La diversión no se limitaba a eso, sino que además había numerosos cameos de otros personajes de la Marvel. Y esos eran, a mi juicio, los mejores capítulos: Spiderman echándole un cable a los X-Men, la aparición de Punisher, un capítulo donde salía Blade, otro con Capitán América... incluso había uno donde se juntaba un personaje de cada cómic para enfrentarse a nosequé cosa del futuro. No sé si todo esto seá muy fiel al cómic, pero con 10 años eso me la soplaba y de hecho sigue soplándomela ahora. Era divertida a rabiar y con eso, sobraba.