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Voto de Caith_Sith:
7
Romance. Drama En la puritana sociedad londinense de los años 50, Hester Collyer (Rachel Weisz), la esposa de un juez del Tribunal Supremo Sir William Collyer (Simon Russell Beale), lleva una vida privilegiada. Pero todo cambia cuando, para asombro de todos, decide dejar a su marido para irse a vivir con Freddie Page (Tom Hiddleston), un joven y apuesto ex piloto de la RAF del que ha caído profundamente enamorada. (FILMAFFINITY)
19 de septiembre de 2011
37 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terence Davies no es uno de los cineastas británicos más conocidos pero goza de cierto prestigio entre la crítica y los festivales de cine. Sólo con sus tres primeros cortometrajes ya había demostrado mucho más que otros realizadores con varias películas pero si eso no era suficiente, se puso en el mapa definitivamente con su fantástica "Distant Voices, Still Lifes" (1988). Desde entonces ha realizado pocas películas pero todas ellas han estado centradas en la mirada al pasado para construir una narración entre lo clásico y lo moderno, desnudando las ciudades en las que éstan tenían lugar y convirtiéndolas en un personaje más. En "The Deep Blue Sea" recupera su mejor nivel aunque sin alcanzar a la citada película de 1988, conformando un hermoso y trágido drama romántico que nos educa sobre el sinsentido del amor.

Protagonizada por una radiante Rachel Weisz, la película nos cuenta la historia de una mujer bien situada, casada con un banquero, pero que de un día a otro se enamora de un joven ex-piloto (un irregular Tom Hiddleston) y decide irse con él. Su vida cambia radicalmente pero no le importa: el amor está por encima del confort. Weisz consigue que casi entendamos esa febril forma de actuar y entrega la que es su mejor interpretación en años, tras hacer el ridículo en películas absurdas como la flojísima "The Lovely Bones". Pero aquí también destacan muchas otras cosas, entre las que se encuentran su sobria fotografía, que se apoya muchísimo en un juego de luces basado en elementos naturales, sin artificios, como el uso de velas para iluminar zonas específicas y no todo el plano, y sobre todo, una dirección ajustadísima de Davies, que aún demuestra saber cómo mover la cámara. Para el recuerdo, instantes como el flashback del túnel y algunos planos largos que demuestran que la imagen, sin diálogos, puede transmitir tanto como la palabra. Recomendable aunque por su tono (no tanto parsimonioso como melancólico) no es para todo el mundo.
Caith_Sith
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