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España España · Madrid
Voto de Pepe L:
6
Let's Get Lost
1988 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Chet Baker
7,8
1.660
Documental Documental sobre la vida del trompetista y cantante estadounidense de jazz Chet Baker, dirigido por el famoso fotógrafo Bruce Weber, y que adquirió un valor adicional tristemente inesperado al fallecer el propio Chet Baker durante el montaje del film. Baker fue una de las figuras más destacadas del mundo de la música del siglo XX. "Let´s get lost" surge de la enorme fascinación de Weber por este genio del jazz. Inicialmente la idea era ... [+]
11 de octubre de 2009
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver esta película porque Chet Baker es uno de mis músicos preferidos. Por eso mismo esperaba encontrar algo más que un repaso a sus temas, que ya conozco de sobra. El resultado no decepciona, aunque desconcierta un poco: revisa la vida del protagonista sin seguir un orden cronológico, a través de los testimonios de sus ex-mujeres, ex-hijos y ex-conocidos, de una forma que al principio parece algo caótica. No se empieza a comprender el asunto hasta que se va acercando el final, cuando uno se da cuenta de que lo que se nos está presentando es una mezcla de ficciones contradictorias, encabezadas por las del propio Baker.

Chet no fue un músico prometedor perdido por la droga. Chet fue, como el Charlie Parker que retrató Cortázar, un perseguidor. Alguien que desde el principio buscaba algo, ni él mismo sabía qué, y que como Parker logró sobrevivir aferrado a su trompeta, a la deriva (lo que sería una buena traducción del título).

Una de sus parejas lo presenta como un esclavo de la droga, pero probablemente las mentiras de Chet, su autocompasión, su afán de provocar también la compasión de quienes le rodeaban, se debían a algo más profundo. Algo que se intuye conforme avanza el documental.

Pero sólo se intuye: el documental no lo cuenta. Porque esta obra exige un esfuerzo del espectador, que debe, a partir de los materiales que se le ofrecen, reconstruir la figura de Baker. Una película que, como la buena literatura, es también obra del espectador.

Lo dificultan un poco (al menos para mí) la fotografía, ese blanco y negro tan duro, y la reiteración en ese movimiento de cámara que se mueve sobre una colección de fotografías mientras escuchamos conversaciones fragmentarias o mentiras de Chet.

Y es que sobre estas mentiras y ficciones, sobre el patetismo del rostro destruido del músico, sobre las no menos patéticas escenas de las películas de serie B en las que participó, sólo queda algo auténtico: su música.
Pepe L
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