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Voto de Ehavled Jef:
8
7,1
3.409
Drama
Erik, un joven de 16 años expulsado de su escuela por su comportamiento violento, recibe la última oportunidad cuando su madre la envía a un exclusivo colegio privado. Allí pronto descubrirá, sin embargo, que los alumnos mayores ejercen un cruel reinado del terror sobre los estudiantes más jóvenes. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2009
36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es dura. Reparte tanta violencia y golpes que parece como si el espectador tras verla quedara golpeado, tocado, casi noqueado, mucho más que si hubiese pasado por el "Club de la lucha" (David Fincher, USA 1999).
Es una historia que nos atrapa y no permite la perdida de atención casi su entero desarrollo. Y sobre todo es un filme que equivale a un chute de adrenalina, con momentos donde hasta el más pacifista grita: "¡dale, dale, toma cabrón!"
Sin lugar a dudas, la venganza es un plato estilizado, al estilo de Ferran Adriá, que gusta hasta al más indiferente, sobremanera si es la venganza de alguien que ha recibido atropellos incalificables. Y aquí de todo eso hay grandes dosis.
Es una historia que nos atrapa y no permite la perdida de atención casi su entero desarrollo. Y sobre todo es un filme que equivale a un chute de adrenalina, con momentos donde hasta el más pacifista grita: "¡dale, dale, toma cabrón!"
Sin lugar a dudas, la venganza es un plato estilizado, al estilo de Ferran Adriá, que gusta hasta al más indiferente, sobremanera si es la venganza de alguien que ha recibido atropellos incalificables. Y aquí de todo eso hay grandes dosis.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El protagonista deja para muy tarde su demostración de buen boxeador, dejándose maltratar repetidamente y extendiendo el mal a sus amigos más cercanos, cuando desde un principio él es consciente de su dominio en la lucha cuerpo a cuerpo, a través de la cual puede demostrar a los practicantes del hostigamiento escolar, al menos dentro del cuadrilátero (en ese cuadrado donde toda paliza que le dé un novato a los veteranos no le supondrá expulsión), que él tiene más violencia y cojones que todos ellos. Sin embargo, rehúsa presentarse en el cuadrilátero y que le llamen "rata" cobarde, por imponerse a sí mismo una conducta gandhiana (lo más parecida posible a Gandhi), lo cual a la larga y en este caso concreto se demuestra que no es lo acertado, pues a los malvados del hostigamiento no se les puede tolerar sus abusos, dado que entonces se les promueve y hace más fuerte, para mayor desgracia de los alumnos que seguirán siendo maltratados. Si el protagonista hubiese entrado al cuadrilátero cuando se le convoca al principio de llegar a la escuela, le habría dado a sus enemigos la lección sangrienta que deja para el final de la historia, evitando además la multiplicación que se produjo de la maldad.
Podría haber sido una película mejor de lo que es (que es notable), pero su argumento carece de credibilidad en diversas ocasiones: por ejemplo, el grado tan bárbaro, violento, deshumanizador y de humillaciones que los alumnos hostigadores de cursos más altos ejercen sobre los novatos, el cual parece no tener límite, y encima que se lleve a cabo incluso delante del claustro de profesores y del personal de servicio, no es creíble en ningún sistema escolar de países escandinavos, ni hoy en día ni en los años 50 del siglo pasado. Tampoco nos podemos creer que un tipo tan duro como el muchacho protagonista, que se ha hecho respetar, que le hizo tragar mierda y orines al joven jefe de los malvados acosadores, que le acaba de romper la nariz y torcido un brazo a otros dos de los principales hostigadores de la escuela y en definitiva que ya ha sacado a la luz pública su fuerza, temple, agallas y personalidad temible (tanto ante los alumnos como ante los profesores), después de todo eso se ponga firme ante un bullying más —en forma de inspección de cuarto, por parte de aquellos a los que acaba de zurrar y dejarle claro que con él tienen que andarse con mucho cuidado— y se deje quitar in situ, sin rechistar ni resistirse, una carta suya, personal e intransferible, que él menos que nadie habría permitido que le quitaran en sus propias narices después de todo lo que ha hecho para no dejarse avasallar. Esto es absurdo y no se lo cree ni el que asó la manteca.
Podría haber sido una película mejor de lo que es (que es notable), pero su argumento carece de credibilidad en diversas ocasiones: por ejemplo, el grado tan bárbaro, violento, deshumanizador y de humillaciones que los alumnos hostigadores de cursos más altos ejercen sobre los novatos, el cual parece no tener límite, y encima que se lleve a cabo incluso delante del claustro de profesores y del personal de servicio, no es creíble en ningún sistema escolar de países escandinavos, ni hoy en día ni en los años 50 del siglo pasado. Tampoco nos podemos creer que un tipo tan duro como el muchacho protagonista, que se ha hecho respetar, que le hizo tragar mierda y orines al joven jefe de los malvados acosadores, que le acaba de romper la nariz y torcido un brazo a otros dos de los principales hostigadores de la escuela y en definitiva que ya ha sacado a la luz pública su fuerza, temple, agallas y personalidad temible (tanto ante los alumnos como ante los profesores), después de todo eso se ponga firme ante un bullying más —en forma de inspección de cuarto, por parte de aquellos a los que acaba de zurrar y dejarle claro que con él tienen que andarse con mucho cuidado— y se deje quitar in situ, sin rechistar ni resistirse, una carta suya, personal e intransferible, que él menos que nadie habría permitido que le quitaran en sus propias narices después de todo lo que ha hecho para no dejarse avasallar. Esto es absurdo y no se lo cree ni el que asó la manteca.