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Voto de cineoptero:
10
Drama La fama del saxofonista de jazz Charlie ’Bird’ Parker crece rápidamente a partir de su llegada a Nueva York en 1940. Pero Parker comienza a abusar del alcohol y las drogas, y su vida se convierte en un infierno. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2017
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Obra clave en la cinematografía norteamericana de los 90 que supone el giro definitivo de Eastwood como autor. Un trabajo imponente se mire por donde se mire donde sus artífices directamente pasan a las grandes ligas del cine.

El caso más evidente es la extraordinaria interpretación de Whitaker, un actor siempre brillante pero que aquí logra el trabajo de su vida. Una interpretación de una complejidad asombrosa, llena de detalles y contrastes, aportándole humanidad, un toque de locura y mucha melancolía al personaje, que resulta sorprendentemente creíble como genio sobre el escenario pero a la vez como la cara más amarga de la decadencia del ser humano, haciendo una verdadera creación única e intransferible. Aun así es de justicia destacar al resto de los actores, magníficos, en especial la esposa, que aguantan el torbellino Whitaker sin supeditarse a él.

Al mismo nivel que su protagonista esta la virtuosa fotografía de Jack N. Green, que se mueve principalmente en ambientes oscuros, nocturnos, urbanos, llenos de sombras y con poca luz en muchos casos, de los que saca un gran partido, creando un trabajo de sobrecogedora belleza, convirtiéndose en una de las señas de identidad del film. Un trabajo referencial.

En cuanto a la música, no solo está compuesta por un conjunto de piezas maestras maravillosas, sino que están utilizadas con elegancia y con claras intenciones dramática que pronto se erigen como el perfecto ayudante del director a la hora de proyectar ideas más allá de las imágenes.

Aún así, el que más méritos se termina llevando es ese genio llamado Eastwood que logra en Bird su obra más arriesgada y artística. Para empezar sorprende el complejo planteamiento narrativo que parece emular una pieza de jazz del propio Parker, dando saltos en el tiempo que sirven para construir poco a poco al personaje, con elegancia, sin perder el sentido del humor, con una puesta en escena brillante y un pulso inquebrantable a pesar de la duración del film. Y ante todo demuestra un talento sorprendente en el acercamiento humano a sus personajes, que cobran vida no solo por las interpretaciones, sino por la elegancia e inteligencia con la que el director nos los va mostrando, de una fisicidad sorprendente.

Y por supuesto, el amor y erudición de Eastwood sobre el jazz se ve reflejado a lo largo de todo el trabajo, logrando el más hermoso film sobre el jazz jamás filmado. Una maravilla.
cineoptero
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