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Voto de Barón Vadeaux:
9
Animación. Ciencia ficción. Fantástico. Intriga La psiquiatra Atsuko Chiba ha desarrollado un método de terapia revolucionario denominado "PT", un prototipo de máquina experimental gracias a la cual es posible introducirse en la mente de los pacientes para tratar sus ansiedades. Pero uno de los modelos de PT es robado del laboratorio de la Dra. Atsuko, y comienzan a utilizarlo para invadir las mentes de sus creadores, destruyendo sus personalidades mientras duermen. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2007
127 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que siempre he admirado al director Satoshi Kon. Siendo la animación japonesa un medio que está siendo explotado de maneras horribles, y que parece cada vez más dado a presentar tópicos- qué sé yo, series "de hostias" a lo Naruto, películas de acción sin guión al estilo Blood y demás abortos cinematográficos animados- es bueno saber que hay alguien con una mente creativa e ideas excelentes. Y es que desde su ópera prima Perfect Blue, Satoshi Kon ha ido madurando y madurando, demostrando en el 2004 con "Paranoia Agent" que es capaz de llevar su imaginación hasta límites incluso algo difíciles de seguir (aunque todo es cuestión de estar atento y ver la serie sin ideas preconcebidas). Me cuesta entender cómo el jurado ni siquiera nominó esta película a los Oscar, y en cambio le dieron el premio a una película de pingüinos saltarines. Vale, sabemos que los criterios de los Oscar son más que dudosos, ¿Pero tanto?

Pero bien, dejando de lado eso y entrando en lo que es la película, Satoshi Kon demuestra que es una fuente de ideas inagotable. La película parte de una serie de premisas ya de por si más que curiosas, y se atreve a desarrollarlas prescindiendo de los tópicos del anime, aunque utilizándolos a la vez en algún momento con cierto valor irónico, y es que no pueden faltar los robots gigantes, ¿No?

Lo cierto es que lo que mejor se aprecia dentro de esta película es su experimentación en torno al mundo onírico. Lejos de plagiar a David Lynch, Luis Buñuel o Terry Gilliam, Satoshi Kon se ha preocupado sinceramente por tocar de una nueva manera la representación de los sueños, siguiendo con fidelidad extrema la lógica de la realidad onírica, que implica mucho más que "cosas raras": el orden que siguen las transiciones, la naturaleza absurda de la forma de hablar de algunos personajes, la destrucción de la lógica espacial, el cambio constante de aspecto, el teletransporte y demás fenómenos que, normalmente, suelen evitar los directores para mantener una cohesión narrativa dentro del mundo onírico. Y que nadie piense que, por eso, Paprika es una película confusa de seguir. Al contrario, no salimos del visionado sin haber entendido nada, la historia tiene pies y cabeza, lo que hace que tenga incluso más mérito el método que usa Kon para presentarla.

Pero bien, tanta excelencia y tan buen ojo para crearse mundos no implica que la película no tenga algún defecto. El guión es extremadamente bueno, pero una de las pequeñas historias secundarias (de amor) parece excesivamente forzada, de nuevo desafiando tópicos, pero sin demasiada cohesión con el resto de la historia. Segundo, que dura demasiado poco. No es que eviten narrar nada, pero es que se pasa tan rápido que uno se queda con ganas de más.
Barón Vadeaux
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