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Finlandia Finlandia · Alicante/Alacant
Voto de Kosti:
8
Drama La vida de Ane da un giro cuando semanalmente comienza a recibir de forma anónima un ramo de flores en su casa. Por su parte las vidas de Lourdes y Tere también se ven afectadas por unas misteriosas flores. Un desconocido deposita cada semana un ramo en memoria de alguien que fue importante en sus vidas. Esta es la historia de tres mujeres, tres vidas alteradas por la mera presencia de unas flores. Flores que harán brotar en ellas ... [+]
19 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace unos años hemos podido disfrutar en pantalla de personajes femeninos con mucho gancho y fuerza, sin olvidarnos de las sempiternas Bette Davis, Katharine Hepburn o Elizabeth Taylor, por citar a algunas. Con ‘Loreak (Flores)‘ (José María Goenaga y Jon Garaño, 2014) redescubrimos la fuerza de los personajes femeninos a través de la belleza de las flores. La vida de Ane da un vuelco cuando comienza a recibir flores de forma anónima. A su vez, Tere y Lourdes también descubren ramos de flores dedicados a una persona que quisieron mucho y ya no está. Tres mujeres que ven sus vidas afectadas por las presencias florales, una amalgama policromática que llena de color e incertidumbre tres vidas a distintos niveles: el florecer de una nueva vida, la pérdida sobrellevada y el recuerdo que no quiere marchitarse.

‘Loreak’ parte de una premisa sencilla en apariencia, pero con un desarrollo sofisticado y delicioso. Los planos milimétricamente estudiados por Goenaga y Garaño nos trasportan muy suavemente a las vidas de sus protagonistas, unas vidas que nos invitan a compartir con un resultado plenamente satisfactorio, contándonos unas historias muy ricas e intensas diciendo más bien poco. Es una historia, además, de sentimientos encontrados, de tres mujeres en los que brota el amor, pero a la vez se marchita poco a poco, igual que esos ramos de flores que dejamos en el jarrón sin cambiarle el agua y sin podar los tallos. El agua y el amor no terminan de ser absorbidos por esas “heridas abiertas” a las que tanto se hacen mención, y es entonces cuando llega el fatal desenlace. El mensaje es claro: las relaciones humanas, al igual que las flores, si no se cuidan, acaban muriendo. Frente a esa idea, aparece la del aislamiento o la soledad de los personajes, ya sea en un cubículo de peaje, en una oficina, en la cabina de una grúa o en la pica de la cocina, todos encuentran la soledad en algún momento, una soledad que puede llevar al dolor, a la autocomplacencia o al recuerdo atormentado. La pérdida y el concepto de herida abierta también están presentes en ‘Loreak’ y entronca claramente con el dolor de sus personajes, un dolor a veces intencional y otras veces no pretendido, pero dolor al fin y al cabo. Todo esos temas se entremezclan para recordarnos la memoria del ser perdido; cómo afecta a nuestro día a día el recuerdo y/o el olvido de aquellos a quienes amamos.

Si otra cosa han hecho bien Goenaga y Garaño, es la elección de sus actores, y nos referimos a sus tres protagonistas femeninas que se unen, como si de un ramo se tratara, a través de un lazo masculino. Sus tres protagonistas femeninas desbordan esa policromía de la que hablábamos al principio, tres mujeres con tintes de todas las tonalidades, pasando por la pasión del rojo, la tristeza del azul, la calidez del amarillo o la alegre calma del verde, igual que las flores. Forman un tandem con contrastes muy marcados: por un lado está Ane (Nagore Aranburu) taimada y dulce, la tranquilidad perfecta, a pesar de vivir en un matrimonio apagado y sin chispa; Lourdes (Itziar Ituño) es la garra, la fuerza, el impulso hecho mujer, la que consigue lidiar con la pena internamente, pero la que mejor sabe sacar la rabia contenida; y por último está Tere (Itziar Aizpuru) la tradición personificada, la “sabia” voz del pasado en el presente, la mujer arraigada que vela por los suyos de forma incesante. Tres mujeres, tres personalidades, tres formas distintas de ver la vida y tres historias donde las flores no sólo son flores, sino un receptáculo en el que guardar sus sentimientos a la espera de que florezcan nuevamente.

Para disfrutar de una historia cargada de sentimiento y ahondar en la psique humana sin recurrir a grandes artificios.
Lo mejor: la aparente sencillez con la que llega al espectador y lo difícil que resulta sacársela de la cabeza.
Lo peor: que deja un sabor agridulce y no deja intuir un final feliz o triste, sino todo lo contrario, aunque eso, en el fondo, no es nada malo.
Kosti
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