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Voto de antonalva:
7
Comedia La vida del treintañero Vicente Machot transcurre entre su peluquería, su primo, su gato y su dominante madre. Un día, Vicente conoce por azar a Rosalie Blum, una misteriosa y solitaria mujer, y está convencido de sufrir un déja-vu, de que ya se ha encontrado con ella alguna vez. Intrigado, decide seguirla a todas partes, con la esperanza de saber más de ella. No sospecha que esto le llevará a una aventura llena de sorpresas, donde ... [+]
2 de mayo de 2017
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volver a empezar… cuando la vida no ha dado aún comienzo (o pareciera que ya ha llegado a su final antes de tiempo). Película sencilla e ingenua, pero con un irrefrenable encanto y simpatía que resultan contagiosos gracias a los tres solitarios y perdidos personajes que nos presenta, que viven aislados en el mundo, como ajenos a él, pero que acabarán unidos por una liviana trama de intrigas y búsqueda de la verdad. Alrededor de ellos bulle la vida pero ellos se sienten excluidos de la fiesta, como si hubieran llegado demasiado tarde al jolgorio y no supieran como participar en el carrusel que se contentan con contemplar desde la distancia. Son meros comparsas sin carnet de baile, marchitados supervivientes de no se sabe qué infortunio al que han sobrevivido desvalidos, dejándose por el camino toda ilusión y cualquier afán de retomar el hilo de su existencia.

Narrada como en tres capítulos aislados – uno por cada uno de los atribulados caracteres que lo habitan – que acabaran convergiendo en un esperanzador y vaporoso desenlace, con el añadido de un esclarecedor epílogo que nos muestra el origen de la desgracia que impregnó su ser de forma indeleble. La afabilidad de la narración no impide que bajo la superficie se perciba el dolorido latir de tres corazones quebrados que tratan de huir de su propia sombra y recoger las migajas de un presente que se antoja ya para siempre póstumo. Sin ser una comedia despierta la sonrisa cómplice, sin ser un drama nos desvela el hondo pesar por el paso del tiempo que todo lo desbarata y destruye. No queda más paraíso que abrazarse a un semejante y sentir la calidez redentora del contacto de un ser humano afín. Nada nuevo que sin embargo funciona por el manto de compasión y comprensión con que se cubre.

El tono melancólico lo impregna todo, pero no desde un fatalismo agorero, sino con ribetes de tragicomedia burlesca que nos hace encariñarnos con los tropiezos y desmayos ajenos hasta disculparlos sin por ello atribuirnos superioridad moral alguna. Perdonar no es una dádiva de los dioses, sino una necesidad de los humanos. También hay un cierto toque romántico, pero que no surgen como una tabla de salvación desesperada, sino que se manifiesta como la confluencia agradecida de dos espíritus afines que encuentran un inesperado descanso nutritivo a su incierto y apenado vagar por el mundo. El sosiego llega, al fin, con la paz y reconciliación con uno mismo, con su pasado y con sus anhelos.

En definitiva, una obra modesta pero luminosa, llena de benevolencia, ternura y humanidad. Como un regalo insospechado.
antonalva
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