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Voto de antonalva:
7
Animación. Fantástico. Comedia. Drama Miguel es un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música a pesar de la prohibición de su familia. Su ídolo es Ernesto de la Cruz, el músico y cantante más famoso de México. La pasión de Miguel le llevará a adentrarse en la "Tierra de los Muertos", donde conocerá su verdadero legado familiar. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2017
37 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La impresionante y cada vez más esplendorosa perfección técnica a que nos tiene acostumbrados Pixar es un deleite visual y un inagotable e imprevisible caudal de hallazgos admirables. Cada plano es un festín y cada personaje una gozada de caracterización y delicadeza. Y, además, sus historias suelen estar repletas de buenas ideas convertidas en felices y amenísimas experiencias cinematográficas para espectadores de cualquier edad, gusto y condición. Con la presente propuesta, tan étnica como arrolladora, vuelve a dar en la diana, aunque a mí no me haya convencido del todo, quizás porque hace un uso abusivo e indiscriminado de los tópicos más enloquecidos y trillados que los gringos tienen de sus desaforados vecinos del sur. El guión, aunque vibrante y delicioso, resulta superficial y carente de genuino gracejo, más orientado a sorprender, apabullar y complacer, que a contarnos una historia original, perdiéndose en anécdotas innecesarias, cayendo en digresiones redundantes, ofreciendo un folklorismo de opereta que acaba cansando, como si renunciara a tomarse en serio el relato y se contentara con entretener a cualquier precio.

Mis reservas y objeciones no invalidan la obra, pero acaban por achicarla: lo que pudo haber sido un descubrimiento luminoso y enardecido de una cultura diferente, desconocida para muchos, sepultada bajo toneladas de prejuicios y desinterés, acaba siendo un recopilatorio tosco de todo lo chocante y marginado que se pretendía alumbrar, más cercano a la suspicacia confirmada o a la censura subrepticia, que al redescubrimiento radiante y venturoso de lo que se pretendía acercar. Aunque la brillantez formal es innegable, la endeblez argumental es demasiado vergonzosa como para poder ignorarla u obviarla. El guión ha sido descuidado y se conforma con expoliar algunas imágenes, simulando un conocimiento del tema tratado que revela desinterés y tibieza hacia aquello que, en apariencia, pretendía homenajear. Y esta espiral cansina de paradojas resulta molesta.

No cabe duda que hay también aciertos y es de justicia resaltar algunos hitos memorables: el prólogo que combina velocidad narrativa con destreza psicológica, la importancia que se le confiera al linaje de cada cual, ya que somos el eco nada fortuito de nuestros antepasados, tanto remotos como cercanos, a quienes debemos nuestra vida, que nos influyen tanto en nuestras querencias como aversiones, que nos acogen en momentos de flaqueza, que nos encaminan lo mejor que saben hacia la madurez, que se equivocan y tropiezan sin maldad ni rencor… Lo abracemos o lo rechacemos, nos debemos a nuestras familias (entendidas de la forma más amplia, abierta y rica que se quiera) y no al azar. Estos sencillos mensajes – no por conocidos menos evidentes – son lo mejor del metraje.
antonalva
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