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Voto de antonalva:
7
Drama. Intriga El Cairo, verano de 2013, dos años después de la revolución egipcia. Tras la destitución del presidente islamista Morsi, en un día de violentos disturbios, la policía detiene y encierra en un furgón a decenas de manifestantes con convicciones políticas y religiosas diferentes. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2017
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Egipto, 2013. Pero podría ser casi cualquier otro lugar y casi cualquier otro año de esta época tan devastadora como cruel, donde el hombre es pasto de los hombres y las ideologías sólo sirven para esclavizar y fanatizar a los pueblos, pero nunca para encontrar puntos de unión o de acuerdo, sino que se pretende alcanzar siempre la aniquilación del contrincante a toda costa, como si no cupieran las desavenencias en el mapa mental de la gente (y de sus manipuladores dirigentes). La disidencia es la excusa ¿inocente? para masacrar al rival, que es siempre un antagonista a batir, que no tiene lugar ni acomodo en el impecable paraíso idealizado construido a base de falsedades, atropellos y desolación. No es momento de cimentar un mundo más habitable, sino de destruirlo para que renazca – mutilado y yermo – de sus cenizas.

La nota distintiva de esta cinta es la claustrofobia. Y el bochorno. Y la arbitrariedad. Y al abuso de poder. Todo ello configura un retablo de la ferocidad y la locura de una sociedad regida por la tiranía del azar, donde lo importante no es quién eres ni qué haces, sino dónde te encuentras en un momento dado, con independencia de tu trayectoria anterior. Todo sucumbe a la errática fortuna del destino: ahora puedes ser intocable, mañana puedes ser un paria, ayer eras un profesional de valía, hoy apenas un infame enemigo peligroso y mañana tan sólo un cadáver abandonado en un estercolero. Son los infaustos y despóticos juegos de los poderosos, que abominan del respeto hacia el prójimo, desprecian a sus súbditos y utilizan a sus ciudadanos como utensilios prescindibles e intercambiables para alcanzar el control absoluto y perpetuarse en la cumbre, envolviéndose en banderas, intoxicándose con soflamas religiosas o abrazando eslóganes facilones de dudosa honestidad y nula compasión.

No estamos ante un esmerado estudio psicológico – los personajes que habitan la trama apenas tienen entidad, son meras marionetas simbólicas – sino que se nos brinda un asfixiante fresco impresionista con el objetivo de provocar sensaciones y emociones en el espectador, que se ve engullido por el caos y el estruendo que va desarrollándose alrededor de una sofocante situación única que deviene en un torbellino desesperanzado, repleto de sangre y saña y que sirve para establecer una rabiosa alegoría atronadora sobre las luchas civiles y religiosas de un pueblo vapuleado por sus enfrentamientos cainitas. Da igual quien gane, los perdedores están decididos de antemano: todos los hombres y mujeres de bien.

El director, Mohamed Diab, elabora una obra impactante y de calado. Pero me pregunto si tendrá una distribución normalizada en su país o ha sido confeccionada con el solo propósito de ser exportada y recibir premios y parabienes – con todo merecimiento – en los festivales de cine de turno.
antonalva
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