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Voto de antonalva:
8
Drama Lazzaro, un joven campesino de excepcional bondad, vive en La Inviolata, una aldea que ha permanecido alejada del mundo y es controlada por la marquesa Alfonsina de Luna. Allí, la vida de los campesinos no ha cambiado nunca; son explotados, y ellos, a su vez, abusan de la bondad de Lazzaro. Un verano, se hace amigo de Tancredi, el hijo de la Marquesa. Entre ellos surge una amistad tan preciosa que hará viajar a Lazzaro a través del ... [+]
13 de noviembre de 2018
48 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atípica e impactante alegoría sobre la sociedad de nuestro tiempo, donde la bondad está ausente de las relaciones humanas, donde la utilización del más débil o indulgente se ha convertido en la forma normal de relacionarse entre los individuos de una población que sólo conoce el beneficio egoísta de cada uno como motor del comportamiento. Comienza como un relato realista y sobrecogedor, que a mitad de proyección deviene en una fábula o ensoñación sobre la conducta cainita y depredadora de unas relaciones que vienen dictadas por el lucro personal y la manipulación del entorno para conseguir una mínima ganancia temporal, por efímera que ésta sea. El aprovechamiento del prójimo se erige en ley universal inapelable que dicta su sentencia en favor de los desalmados que no muestran ninguna caridad e ignoran toda compasión.

Un pueblo acinado, atrasado y aterrado por la presencia de unos lobos de los que tan solo percibe sus aullidos aterradores. Una latifundista explotadora y desalmada que los mantiene en la pobreza e ignorancia para facilitar así su prosperidad económica. El más fuerte se aprovecha así del más necesitado. Pero también entre los aldeanos se da el mismo proceder: todos ellos utilizan a Lázaro, el tonto bondadoso y útil, a quien encomiendan todas las tareas más ingratas y esforzadas, porque nada pide y nunca se niega a satisfacer sus inagotables y abusivas demandas. El mismo comportamiento que el de su usurera señora, sin asomo de arrepentimiento ni mala conciencia, con la única excusa de que si el joven no se queja es que no hay motivo para cambiar de práctica. Un microcosmos donde la maldad parece anegada en un páramo de insensibilidad.

Pero se produce un abrupto corte en el relato. El esclavismo de la señora marquesa es desenmascarado por la policía local y los ‘esclavos’ son ‘liberados’ y devueltos al mundo real. Pasa el tiempo y nos encontramos en una gran ciudad. Lázaro ‘resucita’ y va en busca de sus compañeros perdidos, ahora que el pueblo yace abandonado y la casa señorial permanece cerrada y es saqueada por unos mezquinos ladrones. Y nos damos cuenta de que la maldad, que la inquina, que la manipulación y explotación del fuerte frente al débil parece ser el pan nuestro de cada día, que no se requiere de títulos nobiliarios para explotar al semejante, sino que basta con creernos más necesitados que los demás, que nos han hurtado algo vital para poder aprovecharnos de los otros.

Esta es la pesimista parábola que urde Alice Rohrwacher. No queda ni un resquicio para la compasión ni para la camaradería. El hombre es lobo para el hombre. Aprovecharse de los demás es la cantinela desesperanzada y sombría que se repite, perpetua.
antonalva
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