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Voto de antonalva:
7
Drama Val es una asistenta interna que se toma su trabajo muy en serio. Sirve a un adinerado matrimonio de São Paulo día y noche, y cuida a su hijo adolescente, al que ha criado desde su infancia y con el que tiene una relación muy especial. El orden de este hogar parece inquebrantable, hasta que un día llega desde su ciudad de origen la inteligente y ambiciosa hija de Val, Jessica, a la que había dejado al cuidado de unos familiares en el ... [+]
13 de septiembre de 2015
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desvivirse por los demás y que todos te den por descontado… pocas veces se ha retratado tan bien, con tal primor y amor al detalle cotidiano la perseverancia entregada, la inmensa ternura de una madre abnegada, sacrificada, trabajadora y ausente, que dejó a su hija, allá en el pueblo, al cuidado de una amiga para poder sacarla adelante entrando como empleada doméstica al servicio de una familia burguesa adinerada y pudiente de la gran ciudad. Hablamos de Brasil y si bien reproduce con verosimilitud y calado una realidad local, esta historia ha ocurrido en muchos lugares y en muchas épocas de similar forma y personajes análogos. Tiene una validez universal.

Al servicio de los demás. Con paciencia, callado desprendimiento, renuncia expresa a los placeres cotidianos para poder ofrecerle a los demás una atención, un cuidado, un acompañamiento sin huecos ni fisuras, sin desfallecimientos ni olvidos. Vivir para los demás y encontrar como válvula de escape a tanto amor al hijo de la casa a quien ella cría como un hijo propio. Como trasunto de su alejada y distante hija que no comprende su ausencia, no entiende su lejanía, no comparte su visión del mundo ni su escala de valores. Y que crece extraña, ajena, con una ilusión sin servidumbres ni ataduras, con una cotidianidad que no por saludable tiene mucho de ceguera voluntariosa de la realidad y de los sacrificios que implica mandarle un dinero a casa todos los meses del año.

Pero el amor y la abnegación no implican ofuscamiento de la mente ni extravío de la voluntad. Cuando hay un motivo para retomar la convivencia o ponerse – de nuevo al servicio – a apoyar a su hija en su difícil encrucijada vital, no lo duda y aunque pocas veces se ha movido por el propio bien, le mueve ahora el llamado de la sangre, del amor postergado, de tantos años de renuncia, sueños y quimeras. Dar el paso para liberarse implica decir a tiempo un no y abrazar a pecho descubierto un sí, con la vulnerabilidad a flor de piel y al amor como estandarte. Sacar adelante desde la cercanía y en un acto de voluntad suprema marca la libertad de una mujer que nunca ha ido libre ni ha vivido como tal.

Quizás demasiado blanda y esquemática, algo simplona y de una ñoñería tópica y estereotipada, pero en todo caso eficaz, se ve con sumo agrado y simpatía y reconforta comprobar que en todo momento podemos tomar las riendas de nuestra vida. Solo hace falta dar un paso. Y chapotear.
antonalva
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