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Voto de antonalva:
5
Comedia Jimmy está desempleado, divorciado y no tiene un duro, Clyde perdió un brazo en la guerra de Irak y ahora trabaja de camarero en un antro, y Mellie es una peluquera obsesionada con los coches, los tres son hermanos y están empeñados en burlar una supuesta maldición familiar. Para ello van a robar la cámara acorazada del circuito de carreras Charlotte Motor Speedway, durante la celebración de la carrera Coca-Cola 600 en Carolina del ... [+]
22 de octubre de 2017
19 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más triste e irritante para un cinéfilo que perder dos horas en una sala de cine, visionando una película aburrida, insípida, macilenta, que pretende ser cómica y no pasa de treta mañosa llena de chascarrillos burdos y plomizos, con unos personajes tan manidos y previsibles que deberían de estar prohibidos por los alguaciles del buen gusto y del decoro, tanto más insoportables por su necia y porfiada obsesión por resultar cómicos y jacarandosos. Ya sabemos que el humor es cuestión de gustos, pero cuando no se ofrece nada más que una letanía soporífera de chirigotas y caricaturas, uno acaba perdiendo la paciencia y pensando en abandonar la proyección y dejar atrás – sepultar – tanto dislate obtuso, tanto despropósito cansino.

Intentaré desmenuzar y argumentar tan estentóreo párrafo inicial. Steven Soderbergh es un director que casi siempre me ha gustado o, al menos, parecido interesante; incluso algunas de sus películas más vapuleadas por la crítica o ignoradas por el público me han resultado muy estimulantes: como por ejemplo “Indomable (Haywire)” (2011), un entretenidísimo divertimento sobre una rutilante y corajuda agente secreto. Sabe dotar de ritmo a sus obras, no pierde el tiempo con innecesarias digresiones y siempre cuenta sus historias de forma eficaz y eficiente. Se suele rodear de buenos y reconocidos actores y les hace cómplices propicios de sus engrasados artefactos, acertando en el tono y estilo. Pero en este caso, el solvente reparto se involucra y hace lo que puede con el defectuoso material, incapaz de insuflar vida a los insípidos títeres que les ha tocado en desgracia encarnar. Están por completo desaprovechados.

Porque el mayor problema es el inepto, alambicado, torpe, vulgar y deslucido guión que articula una historia tan manoseada como exánime, tan mañosa como postiza, apenas un esbozo anodino de lo que pretende ser sin alcanzarlo nunca. Los embrollos y triquiñuelas que trufan el metraje se ven venir a la legua y asemeja más a un montaje patético de verbena de feria que no a un elaborado producto de la industria del cine del entretenimiento. Se especula incluso que la guionista que firma semejante engendro, Rebecca Blunt, es un seudónimo tras el que se ocultaría – por vergüenza o temor – otro nombre de mayor calado. Hay muchas ideas muy mal ensambladas, unos diálogos que quizás en otras manos – pienso en un inspirado Quentin Tarantino – podrían haber devenido ocurrentes y originales, pero que tal y como están resultan fatuos, frustrantes y desvaídos.

En definitiva, a ratos entretenida si se obvian sus carencias, a ratos simpática si se quiere ser condescendiente, pero del todo superflua y prescindible.
antonalva
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