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Voto de antonalva:
6
Thriller Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es reclutada contra su voluntad para ser un “gorrión”, una seductora adiestrada del servicio de seguridad ruso. Dominika aprende a utilizar su cuerpo como arma, pero lucha por conservar su sentido de la identidad durante el deshumanizador proceso de entrenamiento. Hallando su fuerza en un sistema injusto, se revela como uno de los activos más sólidos del programa. Su primer objetivo es Nate Nash ... [+]
10 de marzo de 2018
14 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Artimaña, argucia, artificio, amaño o ardid… cualquiera que sea la palabra elegida, todas ellas apuntan en la misma dirección: al embuste afanoso y la laboriosa trama urdida con más tenacidad que mérito, con más atrevimiento que acierto, tratando de entretener – a lo largo de dos horas y media eternas – al sufrido espectador que acaba más extenuado que un corredor de la maratón al que han privado de su avituallamiento hídrico. En principio no es un problema de los muchos y arbitrarios quiebros del guion – al fin y a la postre estamos ante un tenaz despliegue de mentiras y trampas donde el engaño y la falsedad es la única razón de ser del relato – sino a lo previsible y cansino que resulta tanto enredo hiperbólico. Amontonar sorpresas y complicaciones como si se tuviera el síndrome de Diógenes no es un acierto si no se consigue mantener nuestra curiosidad e interesarnos en el destino de sus protagonistas.

Es decir, la dirección y el montaje son briosos, los actores están convincentes, la acción no decae casi en ningún momento, se agradece tanto su agilidad narrativa como su perspicacia en utilizar unos decorados suntuosos, las torturas y el sexo se alternan con lujurioso y sádico flirteo, la ardorosa obsesión por encontrar al sigiloso topo de una red de espías remite tanto a John Le Carré como a Alfred Hitchcock – lo cual es muy de agradecer – pero todo ello acaba por abrumar y sofocar porque en el fondo no nos atañe demasiado el destino último de cada una de las piezas del tablero, ya que intuimos que el desenlace será tan injustificado como inaudito, tan rocambolesco como imprevisible… salvo que uno sea perro viejo e intuya que la presencia de ciertos actores de renombre se debe a una causa que sólo se explica si se rentabiliza el oneroso dispendio de su contratación.

En definitiva, demasiado dinero gastado para poner en pie una obra insípida y discreta a la que le falta picardía y originalidad, que carece de empaque, veracidad o enjundia y le sobra su desmedida seriedad y tozudez al querer hacernos creer que todo lo que acontece es un sincero y pormenorizado retrato de la gran política internacional de nuestro tiempo. Mezcla corrupción financiera con algarabía sexual, ofrece un insulso cóctel genital de procacidad libidinosa salpicado de sangre y condimentado con tropezones de venganza como si fuera un embriagador elixir afrodisiaco y sólo consigue bordear lo patético. Parece haber olvidado que la verosimilitud es un arcano difícil de desentrañar pero que una vez que se pierde, da igual todo lo demás porque nos importa una higa. Entretenida para una tarde lluviosa – y punto.
antonalva
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