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Voto de antonalva:
5
Drama. Intriga Janina Duszejko, exingeniera, astróloga y vegetariana, vive en un pequeño pueblo en las montañas de Los Sudetes. Una noche encuentra un cadáver cerca de su casa. La víctima es un cazador furtivo que murió en extrañas circunstancias. Con el paso del tiempo, se encontrarán en la zona más cuerpos: todos ellos de cazadores que, según Janina, han sido asesinados por animales salvajes. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2017
13 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La chaladura – cada vez más extendida – de concebir ceñudos vehículos de propaganda o chabacanos panfletos irrebatibles en vez de contarnos historias abiertas, radiantes o universales que puedan albergar (o no) algún tipo de mensaje o moraleja resulta siniestro, zafio y cansino. Tanto más cuando la que lo perpetra es una veterana cineasta polaca, Agnieszka Holland (nacida en 1948 y en activo desde hace más de 40 años), que nos ha dado muestras de su probado oficio y talento, con independencia de los temas abordados. Sobre todo cuando la moralina estomagante de esta turbia e impetuosa fábula entra en flagrante contradicción con su propia biografía personal (hija de un judío asesinado por la dictadura comunista y de una luchadora católica que bregó contra los invasores nazis), ya que el presente libelo sectario parece enaltecer hasta el disparate el uso de la violencia y el crimen cuando se tiene una GRAN CAUSA que proclamar.

No hay grandes causas cuando el vehículo para defenderlas o reivindicarlas es un alegato en favor de la pena de muerte, del fratricidio, de la venganza y del delito. Y lo peor es que encima se le llena la boca en ruedas de prensa manifestando que ha pergeñado una obra combativa y sufragista… con paladines de latrocinios como ella, la supuesta razón que defiende se desprestigia y los fines (por buenos o loables que sean) quedan infamados. Si cualquier opinión – por digna o peregrina que pudiera ser – merece ser apoyada por las armas y el magnicidio en vez de por la palabra y la reflexión, estamos abocados al exterminio como cultura y al hundimiento como sociedad.

El problema es que la cinta alberga el germen de una buena alegoría que, enfocada de otra manera, podría haber originado un fértil relato sobre un ecologismo luminoso o la necesaria comunión del ser humano con la naturaleza o del papel y responsabilidad irrenunciable de todo individuo en la construcción de un mundo mejor o en el devenir salutífero de una humanidad más justa y razonable, más en paz consigo misma y con su entorno. Pero el resultado es una indecente, desquiciada y funesta arenga en favor del homicidio como única herramienta de combate para alcanzar cualquier fin perseguido. Con abogados como ella, el pleito está perdido.

Su mejor baza es una carismática, magistral y electrizante interpretación de Agnieszka Mandat-Grabka (con toda justicia premiada en la Seminci de Valladolid) que nos arrastra y seduce, que nos avasalla, destroza y pisotea hasta suprimir nuestro discernimiento sobre la corrosiva y letal carnicería proselitista que se despliega ante nuestros atónitos ojos. El apostolado sanguinario, tóxico y malintencionado de esta soflama animalista es un desvarío despreciable e infame. Y, para nada, feminista.
antonalva
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