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Voto de antonalva:
7
Comedia. Drama Christine (Saoirse Ronan), que se hace llamar "Lady Bird", es una adolescente de Sacramento en su último año de instituto. La joven, con inclinaciones artísticas y que sueña con vivir en la costa Este, trata de ese modo encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra protectora de su madre (Laurie Metcalf). (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2018
88 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cualquiera que hable sobre el hedonismo de California nunca ha pasado unas Navidades en Sacramento". Esta cita de Joan Didion preside la película y descoloca con intempestiva audacia al distraído espectador, que no sabe a qué carta quedarse. Estamos ante un nada disimulado lienzo autobiográfico de la directora y guionista californiana Greta Gerwig donde confluyen varios temas tratados con exquisita delicadeza y ausencia de énfasis: la creencia de vivir en el culo del mundo, la convicción de tener a la más terrible e injusta de las madres, la certeza de ser un patito feo defectuoso, el ahogo de estar inmerso en un villorrio infumable marcado por una religiosidad anquilosada, el temor de no ser capaz de escabullirte del gris destino que ves desplegarse – con espanto – ante ti, la sospecha de que todos están confabulados para acogotarte en el momento que trates de asomar tu atolondrada cabeza del nido familiar...

Pero este relato sobre los miedos e inseguridades de una bulliciosa adolescente confundida es mucho más que la suma de sus factores. En realidad es el retrato del malestar que invade a una chica de provincias que sueña con escaparse de su cárcel íntima y alcanzar el edén de una quimérica gran ciudad, como si su palurda villanía no la dejara ver lo que tiene – obsesionada en fijarse y obnubilarse con todo lo que cree que le falta – y por lo tanto es incapaz de paladear y disfrutar de los pequeños placeres de la ordinaria mediocridad cotidiana que la rodean. Su ceguera es la alegoría, nada indulgente ni cándida, de todas nuestras porfiadas cegueras habituales. No vemos lo que no queremos ver y negamos todo aquello que no sabemos apreciar… porque hasta que no nos abracemos compasivos y demos las gracias por nuestros insignificantes dones (cualesquiera que estos sean), no seremos capaces de crecer, madurar y extender nuestras alas y volar.

Crecer es sinónimo de dolor: angustia por lo que vamos dejando atrás, congoja por lo que aún no vemos desplegarse ante nosotros. Los caminos del señor son insondables… como lo son los senderos inexplorados que no nos atrevemos a recorrer sin la ayuda de nuestros semejantes. La soledad es un estado de ánimo, una obsesión, un extravío, un ofuscamiento de los sentidos que nos paraliza y nos vuelve crueles con quien más nos quiere y aprecia. Al romper con todo nos rompemos nosotros mismos.

Estamos ante una pieza admirable. Su autora revive todos los fantasmas que alguna vez nos atormentaron, teje un tapiz hilado con amor, urdido con pasión y adornado con el malestar de sus entrañas. Además cuenta con una deslumbrante Saoirse Ronan: su postrer mensaje a su madre ausente nos reconcilia con la vida.
antonalva
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