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Voto de antonalva:
6
Drama Jerez de la Frontera, 2012. Rocío, una madre soltera y sin trabajo, no recibe ningún tipo de ayuda ni subsidio. Vive con a su hijo de ocho años en un piso cuyo alquiler no paga desde hace meses, de modo que el dueño la amenaza continuamente con echarla a la calle. Para hacer frente a los gastos de manutención y alquiler, realiza trabajos ocasionales mal pagados y vende en el top manta objetos encontrados. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2015
59 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía el maestro Akira Kurosawa: “Los seres humanos son incapaces de ser honestos acerca de ellos mismos. No pueden hablar de sí mismos sin embellecer.” También dejó dicho Bertolt Brecht: “El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma.” Añadamos una frase del político y demagogo nazi Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad.” Y cerremos con un pensamiento políticamente incorrecto del filósofo español José Ortega y Gasset: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil.”

Estamos ante una película que intenta reflejar la atroz realidad que algunas personas vivieron durante los momentos más funestos de la presente crisis económica, social y política que aún no hemos dejado atrás. Y la angustia, padecimientos, estrecheces, desvelos, congojas, sinsabores y desmayos que ese terrible y temible estado de la falta de trabajo, de dinero, de presente y futuro, de sueños, de ilusión y de opciones está muy bien reflejado. El espectador sufre y compadece a la protagonista, empatiza con sus estrecheces, con su hambre, con su ansiedad, con su zozobra. ¿Quién no ha visto alguna vez a indigentes escudriñar y escarbar la basura en busca de alimentos o de ropa o de utensilios? ¿Quién no ha ayudado o recibido ayuda alguna vez? Esta labor casi documental es sobria, efectiva y produce escalofríos.

La cámara disecciona como un bisturí los penosos pormenores de una madre soltera al borde del abismo, de la pobreza, de fatalidad. Produce vértigo y espanto comprobar que se puede acabar en la menesterosidad con una sencillez y facilidad pasmosas. Hasta aquí los aciertos de la cinta. Y, sin embargo, ¿por qué estamos ante una película imperfecta, muy por debajo de sus buenas y loables intenciones? Pues porque bordea la monotonía, el tedio, el tópico y lo obvio. En vez de mostrar una realidad lacerante, se empeña en querer demostrar una ecuación ideológica que no por repetida es verdad. El director y guionista quiere señalar a los culpables y no deja al espectador que saque sus propias conclusiones. Se propone hacer un cine de sermón, de tesis, de soflama y acusación… y ahí hace aguas porque malversa los buenos ingredientes sin ofrecer nada a cambio.

Ni la magnética y eficaz presencia de Natalia de Molina hace olvidar los fallos de ejecución de la cinta. La losa de la ideología aplasta hasta sofocar. Y la falta de honestidad pasa factura. Agridulce balance.
antonalva
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