Haz click aquí para copiar la URL
Voto de antonalva:
8
Drama Aydin, un actor jubilado, dirige un hotelito en Anatolia central con la ayuda de su joven esposa, de la que está muy distanciado, y de su hermana, una mujer triste porque se acaba de divorciar. En invierno, a medida que la nieve va cubriendo la estepa, el hotel se convierte en su refugio y en el escenario de su aflicción. (FILMAFFINITY)
13 de octubre de 2014
76 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida ordinaria de un matrimonio se nos presenta sorbo a sorbo, con calma y mesura, revelando poco a poco las claves implícitas que configuran los íntimos secretos de su apacible devenir ante un paisaje fascinante por su yermo exotismo y su inhóspita cotidianeidad. Si “Boyhood” abarcaba doce años para mostrar el telúrico fluir de una vida, aquí se condensa en apenas unas semanas que abarcan todo el pasado implícito que no solemos narrar pero cuyos protagonistas saben y callan o tergiversan según su locuacidad o talento para la manipulación tácita, callando lo innombrable o apelando a grandes conceptos vacuos, muy del gusto de los que utilizan el lenguaje para ocultar o falsear la realidad o para reordenarla a su caprichoso antojo.

Es una cinta sobre el sentimiento de culpa y lo que hacemos o intentamos hacer para negarlo, ignorarlo, superarlo, sublimarlo… y así poder seguir viviendo con el menor remordimiento posible. Utilizando la compasión o la generosidad para hacer llevadera la honda falta de dignidad que sentimos, para difuminar o borrar la inadecuación lacerante en que vivimos, para darnos fuerza para afrontar cada nuevo día y que no nos aniquile nuestra malherida autoestima y haga llevadera la desazón que ahoga nuestra existencia. El afán por dar sentido a nuestra maltrecha vida cuando está hecha añicos – lo queramos reconocer o no, lo podamos formular o no. Por ello es también una reflexión sobre cómo nos relacionamos con los demás y con el mundo, sobre los vínculos que nos hacen dependientes, sobre el sentido último de cada vida.

Cuando utilizamos a personas interpuestas para relacionarnos con los demás o nos servimos de las palabras para tapar o silenciar la verdad tenemos un grave problema. Representar y recrear nuestra experiencia según nos convenga es señal de derrota y fracaso. Confundiendo a los demás no hacemos sino confundirnos a nosotros mismos, sin con ello avanzar, estancados en la mentira o la ambigüedad laberíntica. No recuperamos la decencia básica hasta que no nos responsabilizamos de nuestros sentimientos y deseos y actuamos en consecuencia. Siendo claros, siendo directos, siendo honestos.

Quizás sean demasiadas tres horas y cuarto para reflejar este delicado mosaico sobre los rescoldos del amor. Pero estamos ante un poderoso y acerado estudio psicológico de caracteres, con una media hora final portentosa, con dos escenas sobrecogedoras que elevan la película hasta cuotas memorables. No es para paladares gazmoños ni impacientes, pero es una experiencia casi irrenunciable.
antonalva
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow