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Voto de antonalva:
6
Terror. Fantástico Cuando empiezan a desaparecer niños en el pueblo de Derry (Maine), un pandilla de amigos lidia con sus mayores miedos al enfrentarse a un malvado payaso llamado Pennywise, cuya historia de asesinatos y violencia data de siglos. Adaptación cinematográfica de la conocida novela de Stephen King "It". (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2017
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nos ofrece un solvente mecanismo sobre los terrores de la adolescencia, pero en exceso inclinado hacia el efectismo y la arbitrariedad – los sustos vienen provocados por el abuso machacón y redundante de estrépitos y apariciones – más atentos a la pomposa vacuidad de la sorpresa engañosa y falaz, en línea con los inanes productos de mercadotecnia prefabricada que inundan las pantallas del orbe. Quizás habría que juzgar los logros de esta pieza en función del propósito que persigue (es decir, entretener a base de sobresaltos y conmociones), pero durante todo el metraje su dolosa falsedad se hace tan manifiesta e insolente que acaba por hastiar y resulta tan molesta como perjudicial.

Una vez más, no basta con ensamblar una maquinaria bien engrasada, bien ambientada, bien interpretada y bien producida para lograr una obra que trascienda las limitaciones de su punto de partida: convertirse en un éxito inmediato y arrollador. Es como si el logro de mantener la atención durante el prolijo periplo juvenil de unos mancebos imberbes y atolondrados fuera atractivo suficiente, trufándolo con sanguinolentos desasosiegos y angustias de cartón piedra o de barraca de feria fallera, creyendo en que la descarada, chulesca y necia ausencia de toda verosimilitud, sutileza y calado pudiera hacernos olvidar los abundantes desfallecimientos y sinsentidos del relato.

No tengo nada que objetar a la pretensión de asustar al espectador con ajados trucos y ardides, pero el guión carece de fuerza y pasión, por completo indiferente al destino de sus vulnerables protagonistas, desatendiendo por completo la historia, con la vista clavada en el público y sus ganas de pasarlo mal a base de triquiñuelas y trampas, mostrando con ello su total desinterés por la compostura o consistencia de la función. Este tosco y elemental despropósito quiebra el pacto implícito: no importa lo que ocurra en pantalla, sino sólo importa engatusar al espectador a toda costa. La teatralidad engulle cualquier atisbo de dignidad y vergüenza, se pretende el aplauso incondicional y sumiso, aniquilando cualquier atisbo de complicidad o seducción.

Una vez más, la tramoya acaba devorando a sus retoños. Da igual que sus más de dos horas pasen en un soplo, da igual que durante la proyección aceptemos sin rechistar las reglas del juego viciado, da igual que se consiga inquietar durante la mayor parte del recorrido, da igual que todo funcione a la perfección… cuando todo ello deja un amargo y árido regusto a impostura y embuste. Se puede tener talento para urdir una historia amenazadora, como es el caso, pero cuando se malgasta en salvas sin pólvora, no queda sino sentirse decepcionado.
antonalva
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