Media votos
6,5
Votos
2.272
Críticas
21
Listas
14
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de korzowei:
10
7,4
6.250
Serie de TV. Animación. Thriller. Intriga. Fantástico
Serie de TV (2004). 1 temporada. 13 episodios. Una diseñadora gráfica de Tokyo, autora de una mascota muy popular, es la envidia de todos sus compañeros de trabajo y, al mismo tiempo, por ello, sufre una cierta depresión porque la dejan de lado, además de la presión de su jefe para la creación de una nueva mascota con tanto reclamo como su anterior trabajo. Un día, regresando a casa de noche, es atacada violentamente y recibe un golpe, ... [+]
27 de agosto de 2012
37 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que he visto pocas producciones tan tremendamente desquiciadas en la que los cabos estén tan atados y todo lo que acontece esté tan controlado y tenga un doble sentido como en ésta. Nada en Paranoia Agent está dejado al azar, e intentar analizarlo todo sin dejarse nada en el tintero en una crítica en filmaffinity sería aún más estúpido que pretencioso (especialmente sin pararse capítulo por capítulo y reventando todo a spoilers...). Pero conformémonos con arañar la superficie e intentar dar una visión coherente de algo tan etéreo como este anime:
A nivel formal, la serie es una miríada de influencias en las que se toma todas las licencias necesarias para hacer avanzar la historia. El propio género en el que podemos encuadrarla varía en un capítulo a otro, del policíaco, al terror, aventuras superheroicas, comedia negra y costumbrista, dependiendo de en que reconstrucción de la realidad nos encontremos y qué personaje sea el protagonista del episodio. Porque nos encontramos ante un caso de anime de historias cruzadas y protagonismo coral excelentemente llevado a cabo, uniendo todas las historias sin fisuras y con precisión quirúrgica.
El estilo de animación también varía en función de lo narrado, concordando lo que se nos cuenta con como se nos cuenta, dándole tanta importancia al continente como al contenido: todo esconde una metáfora, un doble significado*. Podría decir que el mayor acierto se encuentra en su propio título, la serie es una “Paranoia” en el sentido literal de la palabra: una distorsión de la percepción de la realidad. En esta obra, el contexto es tan importante como la historia, lo que se cuenta lo es tanto como lo narrado, temática y aspecto formal están al mismo nivel, el surrealismo no estorba, si no que enriquece y nos da una perspectiva narrativa imposible de conseguir con actores de carne y hueso y que sólo puede existir salido de los lápices del (nunca suficientemente añorado) Kon y el portentoso estudio Madhouse. El surrealismo y el onirismo están empleados no como distracción y preciosismo, si no como medio de explicación de la historia en sí (incomparable el modo en el que se lleva a cabo en el capítulo 5 o en la resolución final del drama en los dos últimos episodios).
En el nivel temático nos encontramos básicamente con tres cuestiones clave en las que se hace muy claro hincapié: la externalizacion de la culpa, la huida de la realidad como método de huida de los propios traumas y la crítica social hacia la irresponsabilidad**.
Por intrincado que sea, este anime no se esconde, no es críptico pese a estar narrado en el plano metafórico-fantástico y pese a desarrollarse en el mundo de la ilusión y la realidad simultáneamente. No es accesible, obviamente, para aquel que no esté familiarizado con mundos como los que crea Kon, pero el mensaje es claro y salta a la vista, no es una ensoñación o un laberinto onírico sin salida como “Carretera Perdida”. Se asemeja más bien a “Brazil” o”13 Monos” (Kon siempre afirmó que Gilliam era uno de sus ídolos), obras que mezclan realidad y ficción pero no para confundir al espectador, si no para introducirlo de modo directo en los entresijos de la mente humana, creadora última de eso tan volátil que denominamos “realidad”.
Puro psicoanálisis en acción.
A nivel formal, la serie es una miríada de influencias en las que se toma todas las licencias necesarias para hacer avanzar la historia. El propio género en el que podemos encuadrarla varía en un capítulo a otro, del policíaco, al terror, aventuras superheroicas, comedia negra y costumbrista, dependiendo de en que reconstrucción de la realidad nos encontremos y qué personaje sea el protagonista del episodio. Porque nos encontramos ante un caso de anime de historias cruzadas y protagonismo coral excelentemente llevado a cabo, uniendo todas las historias sin fisuras y con precisión quirúrgica.
El estilo de animación también varía en función de lo narrado, concordando lo que se nos cuenta con como se nos cuenta, dándole tanta importancia al continente como al contenido: todo esconde una metáfora, un doble significado*. Podría decir que el mayor acierto se encuentra en su propio título, la serie es una “Paranoia” en el sentido literal de la palabra: una distorsión de la percepción de la realidad. En esta obra, el contexto es tan importante como la historia, lo que se cuenta lo es tanto como lo narrado, temática y aspecto formal están al mismo nivel, el surrealismo no estorba, si no que enriquece y nos da una perspectiva narrativa imposible de conseguir con actores de carne y hueso y que sólo puede existir salido de los lápices del (nunca suficientemente añorado) Kon y el portentoso estudio Madhouse. El surrealismo y el onirismo están empleados no como distracción y preciosismo, si no como medio de explicación de la historia en sí (incomparable el modo en el que se lleva a cabo en el capítulo 5 o en la resolución final del drama en los dos últimos episodios).
En el nivel temático nos encontramos básicamente con tres cuestiones clave en las que se hace muy claro hincapié: la externalizacion de la culpa, la huida de la realidad como método de huida de los propios traumas y la crítica social hacia la irresponsabilidad**.
Por intrincado que sea, este anime no se esconde, no es críptico pese a estar narrado en el plano metafórico-fantástico y pese a desarrollarse en el mundo de la ilusión y la realidad simultáneamente. No es accesible, obviamente, para aquel que no esté familiarizado con mundos como los que crea Kon, pero el mensaje es claro y salta a la vista, no es una ensoñación o un laberinto onírico sin salida como “Carretera Perdida”. Se asemeja más bien a “Brazil” o”13 Monos” (Kon siempre afirmó que Gilliam era uno de sus ídolos), obras que mezclan realidad y ficción pero no para confundir al espectador, si no para introducirlo de modo directo en los entresijos de la mente humana, creadora última de eso tan volátil que denominamos “realidad”.
Puro psicoanálisis en acción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
*Por ejemplo, el mundo en 2D en el que se refugia el inspector Ikari, reflejo de su personalidad chapada a la antigua, típica de policía que lo ve todo en dos dimensiones, en blanco y negro. El pobre Ikari, con su cosmovisión reduccionista de buenos y malos es incapaz de desenvolverse en un mundo con tantos grises como el de Paranoia Agent.
Como contraste, su compañero Maniwa, más soñador e idealista, acepta la distorsión de la realidad provocada por nosotros mismos, la realidad como una creación humana, colectiva y personal, y como la influencia de una sola persona, idea o concepto (Maromi, el chico del bate…) puede cambiar el tejido mismo de lo que aceptamos como real. El esperpento de Radar Man acaba por introducirse en el corazón mismo de la paranoia de forma visceral, y por ello acaba como el viejo que aparece en cada sueño premonitorio: ¿está loco o es que es capaz de ver más allá que el resto de personas? ¿El enfrentarse de cara con la falta de cordura del mundo creada por la incapacidad de aceptar nuestra propia responsabilidad lo convierte en un sabio o en un excéntrico?
**Los temas principales de la serie ya se nos presentan en los primeros segundos de la obra y son repetidos en su final: todas esa marabunta anónima centrada en su propio yo, en su teléfono móvil, soltando una parrafada de excusas y disculpas típicas insistiendo en que la culpa no es suya. La presión de la sociedad cerrada como la japonesa lleva a la gente a evadirse de esa realidad social creada por medio de mecanismos inconscientes (chico del bate) o ilusiones creadas (Maromi) que dan falsas esperanzas
Maromi es el reflejo del consumismo compulsivo como huida de la miseria existencial, del eterno repetir cotidiano en una vida sin perspectivas y plagada de plazos de entrega y rivalidades y presiones externas, mientras que el chico del bate es la huida hacia delante, el victimismo, la desesperación del suicida como arma final de escape de una realidad cruel e inaceptable.
El chico del bate es, así, la liberación ilusoria de los problemas reales de los protagonistas, problemas psicosociales como el estrés y la incapacidad de aceptar responsabilidades (Tsukiko Sagi), la vanidad y la obsesion por el éxito social (Ichi), la no aceptación del verdadero yo (Harumi Chono-Maria), etc
------------------------------------------------------------------------
Mención aparte los escalofriantes episodios más característicos y descolgados de la narración principal que son el de los suicidas (llevan muertos desde el comienzo?) y el de las marujas chismosas (hasta donde puede llevar la presión social a un ser humano?), que lejos de entorpecer la narración, nos dan un punto de vista aún más enriquecedor sobre el desamparado mundo que Kon refleja. Así de fértil era su imaginación que sus ideas no cabían en una serie convencional.
Como contraste, su compañero Maniwa, más soñador e idealista, acepta la distorsión de la realidad provocada por nosotros mismos, la realidad como una creación humana, colectiva y personal, y como la influencia de una sola persona, idea o concepto (Maromi, el chico del bate…) puede cambiar el tejido mismo de lo que aceptamos como real. El esperpento de Radar Man acaba por introducirse en el corazón mismo de la paranoia de forma visceral, y por ello acaba como el viejo que aparece en cada sueño premonitorio: ¿está loco o es que es capaz de ver más allá que el resto de personas? ¿El enfrentarse de cara con la falta de cordura del mundo creada por la incapacidad de aceptar nuestra propia responsabilidad lo convierte en un sabio o en un excéntrico?
**Los temas principales de la serie ya se nos presentan en los primeros segundos de la obra y son repetidos en su final: todas esa marabunta anónima centrada en su propio yo, en su teléfono móvil, soltando una parrafada de excusas y disculpas típicas insistiendo en que la culpa no es suya. La presión de la sociedad cerrada como la japonesa lleva a la gente a evadirse de esa realidad social creada por medio de mecanismos inconscientes (chico del bate) o ilusiones creadas (Maromi) que dan falsas esperanzas
Maromi es el reflejo del consumismo compulsivo como huida de la miseria existencial, del eterno repetir cotidiano en una vida sin perspectivas y plagada de plazos de entrega y rivalidades y presiones externas, mientras que el chico del bate es la huida hacia delante, el victimismo, la desesperación del suicida como arma final de escape de una realidad cruel e inaceptable.
El chico del bate es, así, la liberación ilusoria de los problemas reales de los protagonistas, problemas psicosociales como el estrés y la incapacidad de aceptar responsabilidades (Tsukiko Sagi), la vanidad y la obsesion por el éxito social (Ichi), la no aceptación del verdadero yo (Harumi Chono-Maria), etc
------------------------------------------------------------------------
Mención aparte los escalofriantes episodios más característicos y descolgados de la narración principal que son el de los suicidas (llevan muertos desde el comienzo?) y el de las marujas chismosas (hasta donde puede llevar la presión social a un ser humano?), que lejos de entorpecer la narración, nos dan un punto de vista aún más enriquecedor sobre el desamparado mundo que Kon refleja. Así de fértil era su imaginación que sus ideas no cabían en una serie convencional.