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Voto de Quatermain80:
8
Drama Basada en la novela homónima de Maxim Gorki. Un barón arruinado después de haber dilapidado su fortuna en el juego y las mujeres congenia con Pepel, un ladrón profesional del que están enamoradas dos hermanas. El marido de una de ellas regenta una sórdida posada en la que se instalarán el barón y Pepel. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2010
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra magnífica obra del maestro del cine francés, en esta ocasión adaptando la novela de Gorky, que le sirve para realizar un retrato variado y profundo de las clases bajas.

Si algo distingue el cine de Renoir, aparte de su elegancia formal, es el profundo sentimiento humanista con el que este autor se acerca a las actitudes humanas, así como el afán por comprender la realidad social en que aquéllas se enmarcan. Así, la variopinta pandilla de personajes que aparecen en este filme responde a la necesidad de retratar en profundidad un mundo marcado por las carencias, tanto materiales como afectivas, y por la sordidez, que es introducida por el carácter egoísta e hipócrita de algunos personajes. Sin embargo, el optimismo vital de Renoir siempre deja un resquicio para la esperanza, el amor y la amistad, que no conocen barreras sociales y que constituyen un camino de liberación, la única "gran ilusión" que les resta a los que nada tienen.

A todo ello cabe sumar el buen hacer que caracteriza a la realización, con secuencias que sin buscar la espectacularidad, resultan siempre bellas y necesarias para la narración. Destacan los travellings empleados en las conversaciones, mostrando el entorno y las distintas perspectivas, y sobre todo, uno larguísimo y maravilloso que recorre un restaurante al aire libre, mostrando multitud de personajes que comen, juegan, se divierten y flirtean. Además, y como es característico en Renoir, hay un serio interés por sugerir perspectivas, profundidad de campo, si bien habrá que esperar unos pocos años, hasta "La regla del juego", para que esta técnica cuaje plenamente. El guión es ágil, irónico y con altas dosis de humor, especialmente en las conversaciones que mantienen Gabin y Jouvet quienes realizan soberbias actuaciones, especialmente el último, encarnando a un magnífico barón venido a menos por su afición al juego. Igualmente destacable es la labor de los secundarios, desde el actor alcoholizado al viejo propietario del albergue.

Por tanto, una película enormemente recomendable, con una visión propia de la humanidad que es, además, esperanzadora y necesaria, pues al fin y al cabo, si la vida jamás tuviera finales a lo Chaplin, no merecería ser vivida.
Quatermain80
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