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Voto de Quatermain80:
8
Drama. Comedia La familia Yoshii se traslada a vivir a un suburbio de Tokio para que el padre esté más cerca de su trabajo. Los dos hijos deben adaptarse a la nueva escuela, pero se encuentran con la hostilidad de un grupo de chicos entre los que está Taro, el hijo del señor Iwasaki, jefe de su padre. Convertidos finalmente en los líderes del grupo, cuando descubren la actitud servil de su padre hacia su jefe deciden organizar una original huelga infantil. (FILMAFFINITY) [+]
27 de diciembre de 2010
27 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para todos aquellos que, como es mi caso, tengan un conocimiento limitado del cine japonés, acercarse por vez primera a la obra de realizadores como Ozu resulta una verdadera suerte, algo así como un nuevo comienzo cinematográfico. Viendo esta película uno revive las sensaciones que experimentó hace ya bastante tiempo, cuando Chaplin, Keaton o Murnau le deslumbraron; es inevitable sentir que algo importante está desarrollándose ante nuestros ojos, y que hay momentos que ya no olvidaremos nunca.

Con un desenfadado tono de comedia, Ozu aborda en este filme mudo temas de la máxima importancia y actualidad: las clases y jerarquías sociales, la hipocresía de los adultos, el inflexible sentido de la dignidad y las relaciones de poder. Todo ello desde la perspectiva de unos niños que tras luchar denodadamente por adquirir un estatus respetable entre las pandillas del colegio, aprenden repentinamente las duras realidades de la vida, encarnadas en el descrédito en el que a sus ojos ha incurrido la anteriormente venerada figura paterna. Como será habitual en Ozu, los conflictos sociales, las tensiones generacionales, tienen su mejor reflejo en la vida familiar, que sufre alteraciones y problemas como resultado de la acción de las anteriores. Así, la película establece un humorístico y ácido paralelismo entre las relaciones jerárquicas de los adultos y las de los niños, empeñados todos en hacerse valer, cada uno a su manera.

El filme cuenta con magníficas interpretaciones, destacando los niños, todos ellos muy expresivos y creíbles, con la naturalidad y el desparpajo que suelen tener ante las cámaras. A nivel formal, y como ya han advertido otros usuarios, Ozu mueve mucho más la cámara de lo que lo hará en futuras obras, en las que su obsesión por la simetría y la "depuración" visual se impondrá. Aquí llama la atención su frecuente empleo del travelling, con efectos narrativos y humorísticos muy acertados, como en uno en el que muestra el contagio de un bostezo entre los empleados de una oficina.

Salpicada de detalles cómicos, como esa "muerte y resurrección" a la que juegan los niños, o las vergonzantes muecas y pantomimas protagonizadas por el padre, la película propone una reflexión aguda e inteligente sobre temas universales, y hacerlo como lo hace Ozu, ligera pero concienzudamente, está al alcance de muy pocos.
Quatermain80
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