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Voto de Quatermain80:
8
Drama Agosto de 1941. El gobierno de Vichy ha creado una Sección Especial cuyo objetivo es la ejecución de chivos expiatorios para aplacar la ira de los nazis cuando algún oficial alemán es asesinado por la Resistencia. Las víctimas, cuatro comunistas y dos judíos elegidos aleatoriamente, serán juzgados por un tribunal corrompido. Mientras que un joven magistrado intenta hacer valer sus influencias políticas para conseguir el indulto, uno de ... [+]
4 de marzo de 2011
43 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
He querido encabezar mi comentario de este interesante filme aprovechando el título que un gran historiador francés -Marc Bloch- puso a su última obra, un lúcido análisis acerca de la debacle francesa en la Segunda Guerra Mundial; en ese admirable librito, escrito desde una clandestinidad resistente que terminaría a manos de la Gestapo en 1944, Bloch realizaba un verdadero examen de conciencia de Francia, de sus instituciones y ciudadanos, en busca de las razones del desastre.

Basándose en otro libro, pero con el mismo espíritu, Costa-Gavras, ayudado por Jorge Semprún en el guión y diálogos, retrata de forma brillante la corrupción de la justicia durante la ocupación alemana, y especialmente durante el régimen colaboracionista de Vichy, encabezado por el antaño heróico Mariscal Pétain. Como consecuencia de los actos violentos cometidos por la Resistencia en contra de soldados y oficiales alemanes, el régimen de Vichy decidió crear una sección especial encargada de aplicar un castigo ejemplar, sirviéndose para ello de una ley creada ad hoc, que permitía volver a juzgar -en contra de toda la jurisprudencia existente- a subversivos ya condenados. De ese modo pensaban aplacar a los ocupantes, y de paso, en consonancia con la ideología filofascista y ultraconservadora de aquél gobierno, deshacerse de elementos "indeseables".

El filme destaca por su buena recreación de la época, tanto en vestuario como en ambientación, y en la profundidad con la que el guión analiza las reacciones, dudas, inquietudes, servidumbres y miserias de la judicatura, enfrentada aquí a un dilema fundamental: primar el sentido verdadero de la justicia o la razón de estado. La mayoritaria tendencia a plegarse a esta última constituye una ejemplar muestra de esa "extraña derrota" a la que se refería Bloch; si la judicatura, los máximos intérpretes de la ley, estaban dispuestos a traicionar su espíritu y a dejar a un lado su conciencia, es que verdaderamente algo iba mal en Francia desde mucho antes de la guerra. Con estupendas interpretaciones, y un afán nada casual por mostrar la regalada vida que llevaban los ministros de Vichy en los célebres balnearios de dicha ciudad, Costa-Gavras opta por no mostrar nunca a Pétain, a quien sólo oímos a través de alocuciones, atisbando apenas su impaciencia en el consejo de ministros, en el que apremia la aprobación de la oprobiosa ley rechazando toda discusión (golpeando la mesa con su pluma).

La película tiene algunas similitudes con el clásico estadounidense de Stanley Kramer, "Judgement at Nuremberg", pues centra su interés en la corrupción de la idea de la justicia, así como en la de quienes la imparten. Y es que esta admirable obra ilustra aquéllo que se decía -por boca del juez que interpretaba Spencer Tracy- en la película de Kramer: "(...) Lo grave es el hecho de haber tomado parte en un sistema sustancialmente inhumano". Creo modestamente que fue eso, más que cualquier otra cosa, lo que explicó aquélla "extraña derrota".
Quatermain80
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