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Voto de Quatermain80:
7
Comedia En la Roma de principios del XIX, el noble Onofrio del Grillo dedica su vida a los placeres mundanos ignorando sus obligaciones con el Papa Pío VII. (FILMAFFINITY)
29 de diciembre de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez muchos espectadores piensen, tras ver esta película, que se trata de una sucesión más o menos afortunada de gags y chanzas protagonizadas por un marqués irreverente, vago y disoluto, y lo cierto es que no andarán desencaminados; efectivamente, no existe un argumento definido, sino una suma de situaciones que, eso sí, tratan de ilustrar una feroz crítica de la decadente sociedad del Antiguo Régimen, y que logra este objetivo a través del mejor de los medios, que siempre es el ridículo, la broma, la comedia en suma.

Aunque esto sea aplicable a otras manifestaciones artísticas, el cine ha dado gloriosas muestras de su capacidad desmitificadora y crítica sirviéndose de la comedia; ahí están, por citar algunos ejemplos, "El Gran Dictador" de Chaplin, "Dr. Strangelove" de Kubrick, o en el caso español, retratando también una sociedad decadente, corrupta y aristocrática, "La Escopeta Nacional" de Berlanga. Este tipo de obras, bajo su aparente tono cómico y exagerado, alcanzan una virulencia muy considerable, y resultan con frecuencia mucho más críticas e hirientes que otros filmes mucho más "serios" y trascendentes.

En el presente caso, Monicelli aprovecha libremente acontecimientos y figuras históricos para levantar un variado y divertido fresco de la Roma de principios del siglo XIX, bajo ocupación francesa, y lo hace de manera inmisericorde, sirviéndose de un personaje estrambótico y corrosivo, como el Marqués del Grillo, empeñado en hacer notar las injusticias, abusos, vanidades y estupideces características de la época, de las cuales él mismo es un ejemplo palmario, como bien subrayan sus bromas constantes, y sus deliberados equívocos identitarios con el carbonero. Así, a lo largo del filme, vemos cuestionados todos los valores e instituciones de la sociedad, ya sean el papado, los franceses, la aristocracia, el honor o el deber, todos ellos puestos en solfa por los desmanes y chanzas del Marqués.

Ello es posible gracias a un acertado y muy ágil guión, con estupendos diálogos, y a unas interpretaciones estupendas y muy divertidas por parte de todo el reparto, aunque destaque inevitablemente un Alberto Sordi magnífico, que está en su salsa. No obstante debe señalarse que la película no ha descuidado otros aspectos formales, contando con excelentes decorados, vestuario y ambientación, además de adecuadas y hermosas localizaciones, bien fotografiadas.

Concluyendo, una muestra más, quizás la última de verdadera calidad, que nos dejó ese longevo cineasta que fue Monicelli, y en la que se reafirman las bases fundamentales de su obra: análisis crítico de la realidad y humor, mucho humor. No se puede pedir más.
Quatermain80
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