Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Quatermain80:
7
Serie de TV. Drama En la segunda entrega de esta sátira política, Francis Urquhart ha conseguido convertirse en Primer Ministro aplastando cualquier oposición de importancia. Todos los que conocen sus crímenes están de su lado o muertos. Pero su lugar en la cumbre se ve amenazado por un nuevo monarca de ideas liberales... y por los esqueletos que guarda en el armario. (FILMAFFINITY)
16 de marzo de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Continuación de la apasionante "House of Cards", esta nueva entrega nos muestra a un Francis Urquhart en el cenit de su poder, y sin embargo, ligeramente insatisfecho y aún más levemente apesadumbrado. La insatisfacción se debe a su incuestionable dominio de la situación, a la falta de retos, podríamos decir, mientras que la causa de sus pesares cabe atribuirla a sus considerables "pecados", gracias a los cuales, como él mismo nos confía, sigue en su puesto.

Pero que esto no nos lleve a engaño; Urquhart sigue siendo quien era, no ha perdido un ápice de su habilidad ni de su ambición, y la llegada al trono de un nuevo rey con excesivas preocupaciones e inquietudes políticas le va a proporcionar la ocasión de demostrarlo con creces. Aunque la postura del personaje del rey pueda resultar algo increíble, no lo es tanto históricamente hablando; al fin y al cabo, reyes intervencionistas ha habido muchos, sin ir más lejos nuestro Alfonso XIII, cuyas frecuentes injerencias sirvieron para acuñar la afortunada expresión "borbonear gobiernos". Algo parecido se propone hacer este nuevo monarca, muy sensibilizado con los problemas sociales del país, y empujado a ello por una joven y políticamente interesada consejera. Urquhart, como es lógico, no está dispuesto a permitir que nadie le tosa, y de la mano de una nueva colaboradora (muy oportunamente escogida por su impagable esposa), desplegará toda su capacidad para la intriga, tratando de poner en jaque al rey.

Los valores que hacen atractiva a la serie siguen vigentes, pero es inevitable percibir que algunos son meras repeticiones de lo que ya habíamos visto en la anterior entrega, y por lo tanto resultan menos llamativos; en particular, la nueva consejera de Urquhart (Sarah Harding) no es sino un remedo de la anterior Mattie, y aunque bien interpretada no me parece que aporte nada nuevo. También cabe decir que algunas soluciones argumentales me parecen toscamente tratadas, como el "cocinado" rescate al rey, y que otras están excesivamente desarrolladas para lo que luego dan de sí (es el caso de todo lo que atañe al secretario del rey). Pese a estos inconvenientes, el guión sigue teniendo momentos brillantes, con diálogos excelentes, llenos de ironía y causticidad, y la realización mantiene un nivel más que correcto.

Lo cierto es que, más allá de las mencionadas debilidades, la presencia de Urquhart sigue siendo hipnótica, y los espectadores, al igual que los electores, no nos cansamos de él, antes al contrario, deseamos ser gobernados por él, dominados, asumiendo el papel de sus consejeras íntimas. Así, cuando el malvado Urquhart (otra vez soberbiamente encarnado por Richardson) nos pregunta, con esa leve sonrisa y una ceja escépticamente alzada, si confiamos en él, nuestra respuesta no puede ser más afirmativa.
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow