Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Quatermain80:
10
Fantástico. Aventuras. Drama Segunda parte de Los Nibelungos. Adaptación de una serie de leyendas germanas sobre los nibelungos, seres que habitan entre la niebla. Viuda tras la muerte de Sigfrido, Krimilda se casa con el bárbaro rey de los hunos con el propósito de ejecutar su plan de venganza. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2010
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final de la primera parte vemos un plano de admirable simetría presidido por el sepulcro de Sigfrido; el comienzo de esta segunda parte se hace por medio de otro plano igualmente simétrico, pero en este caso es Crimilda la que preside la escena. Esto resulta de lo más adecuado, pues si en la primera parte Crimilda no cobraba cierto protagonismo hasta el tramo final, aquí es el personaje clave desde el comienzo hasta la conclusión.

Ello se traduce en que en cada plano en el que aparece, Crimilda ocupa el centro, o bien preside la acción desde una posición elevada; y esa "elevación" del personaje se debe, única y exclusivamente, a la fuerza de voluntad que encarna, a la ira vengadora que la consume y que, paradójicamente, le aporta toda la majestad necesaria. Llama la atención su inmovilidad, su rostro pétreo, la absoluta convicción mostrada, que empequeñece a los demás personajes, siempre frágiles ante su determinación. Incluso en las secuencias en las que aparentemente debería mostrar cierta dulzura, ésta cede ante la furia vengadora; así, en un bellísimo plano junto a la fuente en que murió Sigfrido, su patética excavación en la nieve concluye con un juramento terrible e inexorable.

En la ejecución de su venganza, Crimilda se casa con Atila, rey de los Hunos, aquí retratados como bárbaros (véase el contraste físico, y también el material, explicitado en las rudas condiciones que imperan en la corte de Atila); no obstante, Atila nos es presentado bajo una óptica no del todo negativa, pues conmueve su alegría y ternura con motivo del nacimiento de su hijo. Pero nadie, ni hermanos, ni amigos, ni hijos pueden escapar a la venganza, pues todos ellos están, de un modo u otro, atados por el honor y los lazos de vasallaje.

Centrada en la corte de Atila, y en menor medida en la de Gunther, esta segunda parte resulta menos espectacular y variada en lo que a decorados se refiere, pero ello se suple con una progresión trágica muy notable, acorde con la obra original, que sigue este mismo camino. La larga hecatombe final, dantesca y agónica a partes iguales, constituye, aún hoy, un ejemplo de cómo filmar la acción, en especial ese ataque con flechas incendiarias, que más adelante será muy del gusto de ciertos directores orientales. Muy notables resultan también la secuencia de la cabalgada de Atila tras conocer el nacimiento de su hijo y la de la fiesta en honor de los Nibelungos, preludio de la catástrofe última.

En conjunto, sumando las dos partes, reitero mi opinión; una de las mejores obras de Lang, o lo que es lo mismo, de la historia del cine. (Continúa en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow