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Voto de Quatermain80:
7
Cine negro. Drama Duke Martin es un gánster que planea atracar, con la ayuda de su amante, la peluquería donde ella trabaja. El local no es más que la tapadera de una casa ilegal de apuestas. Durante el atraco, algo sale mal y un policía es asesinado. Duke se las ingenia para que la policía sospeche de Steve Ryan. Será la hermana de Steve quien decida investigar por su cuenta para desenmascarar al verdadero culpable. (FILMAFFINITY)
24 de mayo de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda incursión de Anthony Mann en el género negro tras "Desperate", rodada ese mismo año, y que inaugura todo un ciclo de películas de temática negra con las que el director alcanzó su madurez realizadora, a la espera de sus más populares Westerns.

El argumento, bastante clásico, se basa en parámetros habituales: un atraco fallido, una muerte imprevista, un falso culpable, un malo que lo es mucho, un policía enamorado, una guapa mala y otra buena. A pesar de que todos estos elementos tienen su importancia dentro del filme, Mann deja claro desde el principio que quien le interesa es el malo, Duke Martin, soberbiamente interpretado por Ireland; en efecto, la película gana enteros cada vez que aparece este personaje sádico (véase la secuencia en la que observa, oculto, la pelea entre las dos mujeres), que disfruta matando y acaricia su arma con delectación, al tiempo que perfuma sus balas. Él es el gran urdidor de la trama que sustenta la narración de la película, mientras que los demás personajes no dejan de ser parte del paisaje, hasta el punto de que el falso culpable a Mann no le interesa lo más mínimo, y que la potencial pareja que forman su hermana y el policía resulta tópica y un tanto banal.

Tan intenso es el perfume del asesino que su influjo parece trasladarse también a las imágenes, que se oscurecen y dramatizan en su presencia, extendiendo ese tenebrismo a todos los que le rodean, ya formen parte de su entorno o no. La fotografía, debida a Guy Roe, maneja hábilmente ese dramatismo, por otra parte clásico en el cine negro de Mann, contrastando enormemente las imágenes y recurriendo a escasos y muy concretos puntos de luz, que apenas iluminan el rostro y las manos, dejando el fondo en la más absoluta oscuridad. A este respecto no deja de ser curioso que estas películas negras de finales de los 40, que trataban de ser realistas en sus personajes y ambientes, recurrieran a una fotografía que no lo era en absoluto, deudora como es del expresionismo alemán.

Si bien el guión no me parece nada del otro mundo, debe reconocerse que tampoco presenta carencias graves, contando con aceptables diálogos y alternando acertadas soluciones narrativas con otras más tópicas. La genialidad de Mann aparece en varios momentos, pero sobre todo en las secuencias que inician y culminan el filme; mientras que en la última lo más destacable es su absoluto tenebrismo (símbolo del mal que encarna Duke), en la primera, también dramáticamente fotografiada, llama la atención la perfecta planificación, la eficacia narrativa de todas las acciones mostradas (en este caso el atraco al falso salón de belleza), sin necesidad de recurrir a los diálogos.

Por todo ello, una película muy recomendable, buena muestra de lo que Mann iría perfilando y puliendo en sus siguientes siete películas y que, pásmense, se rodó en apenas diez días.
Quatermain80
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